Sentí un tirón en el vientre bajo cuando dijo esas palabras, mis manos no tardaron en viajar hasta su nuca para atraerlo y besarlo.
— Mis abuelos fueron de visita a la casa de unos amigos ¿Te gustaría hacerlo en nuestro lugar? — él no me respondió nada, solo asintió con una sonrisa y sus mejillas rojas como tomates.
Lo alce y el enredo sus piernas en mi cintura. Para sostenerlo mejor mientras caminaba puse mis manos en su trasero. Cuando llegamos a la casa estaba todo oscuro, no había nadie.
En cuanto cerré la puerta Harry me comenzó a besar desesperado. Pero lo detuve, hasta que no estuviéramos arriba no comenzaría nada.
Subí todas las escaleras hasta llegar al techo con él en brazos, puede sonar incómodo, pero es como llevar una pluma encima.
Cuando llegamos lo recosté sobre un colchón que habíamos subido ahí para poder estar más cómodos cuando subíamos a mirar las estrellas, le agradecí a mi yo del pasado y comencé a quitarle la camisa con cuidado.
Con el torso totalmente descubierto deje que mis besos dejaran marcas en él, marcas que no se borrarían en unos cuantos días.
Me detuve un poco en sus pezones y note que era un área sensible, que le generaba placer, entonces me detuve en ellos, los chupe, pellizque eh incluso me atreví a morderlos mientras el suspiraba y se aferraba a mi cabello.
Sus manos también estaban inquietas, buscando algo que tocar y como vi que no se atrevía, yo mismo me quite la camisa y puse sus manos en mi pecho.
— Eres libre de tocar lo que quieras, no te prives de nada — le susurre al odio para luego dejar otro beso en su cuello.
Sentí como sus manos bajaban por cada uno de mis abdominales, me incorpore para que pudiera ver lo que tocaba. Sus manos estaban calientes y sentía como dibujaba el contorno de cada uno de mis músculos.
Yo grabé en mi memoria el brillo que tenía en los ojos, parecía que estaba descubriendo un nuevo mundo y me encantaba que se sintiera así conmigo.
Sus manos bajaron peligrosamente hasta el elástico de mi bermuda, para luego mirarme en busca de aceptación. Sin pensarlo yo me la quité y me quedé en ropa interior.
La yema de sus dedos terminó bajando hasta mi polla, donde acarició suavemente sobre la tela de mi ropa interior y luego me miró a los ojos.
— Puedes hacer lo mismo conmigo si gustas — por supuesto que quería y estaba resistiendo las ganas hasta que él mismo me lo permitiera.
Quité su bermuda y pude notar como ya había un bulto en su ropa interior, mis besos bajaron con cuidado y continuaron hasta sobre la tela, sentí como sus manos me empujaban más hacia el.
— Quitalo por favor — pidió en un suspiro y yo sin dudarlo lo acepte.
Baje su ropa interior y bese desde los interiores de sus muslos hasta su pelvis, evadiendo su pene que pedía por mi atención.
Dirigió sus manos de mi cabello a su cuerpo para poder calmar un poco el agobio que le estaba haciendo pasar. Quite sus manos e introduje su polla en mi boca. Pude ver como se le iluminaban los ojos al sentirse de esa forma.
Parecía que iba a venir en cualquier momento, pero saqué su pene de mi boca y subí a sus labios.
— ¿Por qué te detienes? — pregunto en un suspiro cuando libere sus labios.
— Apenas es el calentamiento tesoro — sonreí y dirigí mi mano hasta llegar a su culo, donde metí un dedo y luego dos.
Hasta que no cupiera tres de mis dedos dentro de él no detuve las penetraciones y los movimientos de tijera lentos y pausados.
Cuando estuvo listo me coloqué sobre él y quité mi ropa interior.
— ¿Estás listo? — pregunté y él asintió, me puse un condón y cuando estuve alineado con su entrada me adentre lentamente.
— Oh mi dios, se siente más grande de lo que lo vi — dijo en un suspiro mientras ponía los ojos en blanco.
— ¿Quieres que pare? ¿Te duele algo?
— No, sigue por favor, si paras en este momento moriré — río y yo seguí introduciéndome.
Cuando pude introducir toda mi polla dentro de él comencé a hacer movimientos lentos y rítmicos. Pido por más y yo aumente la velocidad.
Sus expresiones jamás se borrarán de mi memoria, sus gemidos eran música para mis oídos y cuando ambos eyaculamos al mismo tiempo gimió mi nombre.
Jamás se me olvidaría aquello, sonó como una dulce melodía cantada por un ángel para mis oídos.
Me recosté a su lado y lo abrace por la cintura haciendo que nuestros rostros quedarán frente a frente, su cuerpo aún estaba caliente y sentía su respiración chocar contra mí pecho.
— Gracias — dijo en un hilo de voz casi imperceptible —. Fue la noche más especial de toda mi vida, nunca antes me habían hecho sentir tan bien — me miró a los ojos y dejó un rápido beso en mis labios —. Te quiero.
¿Estaba escuchando bien? ¿Me estaba diciendo que me quería? Sentí como mi corazón se aceleraba.
Nunca antes me lo había dicho ni yo a él, solo lo sabíamos y ya. No habíamos sentido la necesidad de decirlo y ahora todo cambió.
Sin dudas era lo que necesitaba escuchar y más de sus labios. Sentía que iba por buen camino y desde ese momento me juré que no la iba a cargar e iba a luchar por él.
— Yo te quiero aún más — respondí y sentí un suspiro de su parte.
Esa noche se quedó dormido en mi pecho mientras le acariciaba el cabello con delicadeza. Sentir su cálida respiración contra mi pecho, se sentía como estar en el mismo cielo.
No pude dormir mucho esa noche, me quedé observandolo todo el tiempo y sonriendo, tanto que ya me dolía la cara. Se veía tan hermoso con su cabello despeinado y su piel blanca.
No me di cuenta en qué momento me quedé dormido mirando las estrellas y pensando en lo afortunado que era de tenerlo conmigo.
Hacía mucho tiempo no sentía nada de esto por nadie. Me había estado privando por mucho tiempo y ahora sentía como mi mente y mi corazón estaban en paz.
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Como en los cuentos de hadas
Lãng mạnHarry, un psicólogo desempleado, intenta escapar de su realidad y su familia, decide visitar a sus tíos para encontrar esa paz que necesita. Leo, un reconocido médico veterinario, huye de su soledad y decide hacer unas vacaciones improvisadas a ca...