Al parecer era el primero en despertar. Sentía como sus brazos me sostenían con fuerza contra él. El latido de su corazón retumbaba en mi oído y mi cabeza acompañaba su respiración tranquila.
Cuando moví un poco mi cabeza para ver su rostro apretó el agarre de mi cintura y abrió un poco los ojos.
— Buen día — dije con una sonrisa mientras él terminaba de abrir los ojos por completo.
— ¿Qué hora es? — pregunto aún medio dormido.
— Supongo que son cerca de las seis de la mañana, apenas está por amanecer — dije mientras intentaba separarme pero él me lo impedía.
— ¿Y qué haces despierto tan temprano? — me pregunto para luego dar un beso en mi frente.
— El resplandor me acaba de despertar, no puedo dormir con tanta luz — reí y él también lo hizo.
— Vamos — dijo mientras me soltaba y se ponía de pie.
Tomamos nuestra ropa y bajamos a su habitación, para acostarnos en su cama y seguir durmiendo, aunque yo ya estaba muy despierto y listo para comenzar el día. Leo estaba adormilado aún y quería seguir durmiendo.
— ¿Tienes té verde? Necesito uno para comenzar el día — dije mientras intentaba levantarme de la cama pero el me volvía atraer hacia su cuerpo.
— Ahora comenzamos el día, solo cinco minutos más — dijo mientras enterraba su nariz entre mi cuello y mi hombro.
— Está bien, pero solo cinco minutos — volví a cerrar los ojos para intentar dormir y no supe en qué momento me quedé totalmente dormido.
Estaba tan dormido que no me di cuenta cuando Leo se despertó y bajó hasta la altura de mi pelvis.
Despertar mientras te hacen una mamada es la mejor sensación que he experimentado en mi vida.
— ¿Qué haces? — pregunte en un suspiro cuando lo vi chupandomela desde el tonto hasta la punta.
— Hago que despiertes de buen humor — dijo seductora con una sonrisa coqueta y se la volvió a meter entera a la boca.
Los suspiros y jadeos no paraban de salir de mi boca, sentía como la presión en mi vientre bajo aumentaba y enrede mis dedos en su cabello.
— Leo — gami antes de venirme en su boca.
Se trago todo mi esperma y pasó su lengua para limpiar lo que había caído afuera de su boca.
Subió con sus besos por mi abdomen, luego por mi cuello hasta llegar a mi boca.
— Eres jodidamente delicioso — dijo luego de besarme.
— ¿Me dejas? — me miró confundido, yo llevé mi mano hasta llegar a su ya dura polla para apretarla con mi mano — ¿Me dejas devolverte el favor? — pregunte, ahora yo era quien quedaba sobre él.
— No tienes que...
— Shh — lo interrumpí poniendo mi dedo índice sobre su boca —. Muero de ganas por hacerlo.
Baje con cuidado, hasta encontrarme su gran pene cubierto por la tela de la ropa interior. Lo quité y pude ver de más cerca lo grande que era, me mordí el labio inferior mientras lo miraba y pasé mi lengua por toda su extensión.
La fui introduciendo lentamente a mi boca, sabía que no entraría toda, así que coloque mis manos en el tronco y comenze a apretar mientras metía y sacaba su polla de mi boca.
Mis ojos no se desviaban de los suyos, apretaba la mandíbula y por ende los dientes. Se aferraba con fuerzas a la sabana y suspiraba a cada movimiento que daba.
Tomé una de sus manos y la dirigí a mi cabello. Cuando la coloco sobre mi cabeza enredó sus dedos entre mis rizos y comenzó a empujar más mi cabeza.
Su rostro al venirse dentro de mi cabeza se quedaría por siempre guardado en mi memoria. Me trague hasta la última gota de su esperma y volví a subir hasta sus labios para acostarme sobre él.
— Eres todo un experto con esa boca tesoro — dijo con la respiración aún agitada.
— Tu no te quedas atrás cielo — deje pequeños besos en su mandíbula y rodeo mi cintura con sus fuertes brazos.
— Creo que me estoy volviendo adicto a ti — sonrió para luego besar mi frente.
— Ese es mi poder, soy un dulce que todos desean probar, pero pocos logran conseguirlo — lo mire a los ojos y le sonreí, no sabía de dónde había salido ese lado mío tan seguro de mi mismo, siempre había sido un chico muy inseguro.
— A partir de este momento este dulce, solo será mío y solo poder probarlo yo, el resto tendrá que resistirse y no mirar de más.
— ¿Posesivo? — pregunte divertido, me encantó como sonaba cada palabra que salía de su boca y yo no ponía ninguna objeción al respecto —. Me encanta.
— ¿Estás diciendo que tendrás exclusividad conmigo? — pregunto sorprendido con los ojos bien abiertos.
— No solo exclusividad cielo, seré solo tuyo hasta que tu desees — le guiñe un ojo y bese sus labios.
— Si sigues así me la vas a poner dura otra vez — sus manos bajaron a mi culo y lo apretó.
— Entonces iré a hacer el desayuno — me levanté de la cama como pude, me puse mis calzones y una camisa de Leo que encontré tirada en la habitación —. Te espero abajo — baje a la cocina y puse manos a la obra.
Preparé una masa de panqueques, un poco de té verde para ambos y piqué un poco de fruta.
Mientras cuidaba que los panqueques no se quemaran, sentí que Leo me abrazaba por detrás y respiraba mi olor.
— ¿Precisas ayuda? — me pregunto luego de dejar un beso en mi cuello.
— No gracias, tengo miedo de que incendies algo.— Aunque no parezca soy un muy buen cocinero ¿me dejaras demostrártelo algún día?
— Claro, pero ahora, prefiero ahorrarme el extintor y llamar a los bomberos.
— Tal vez si tendrías que llamarlos.
— ¿Por qué? ¿que se está quemando?
— Me está quemando lo ardiente que eres — mi piel se erizo y fue suficiente para que mis mejillas se sintieran calientes.
— Me asustaste.
Sus manos se metieron dentro de la camisa y comenzaron a acariciar mi torso hasta llegar a mis pezones, los cuales acarició a su antojo.
— No juegues con fuego Bianchi — advertí mientras apagaba la cocina y me daba vuelta.
— Quiero quemar las ganas que tengo Brown ¿te gustaría ayudarme? — pregunto seductor mientras me sentaba sobre la mesada.
— Siempre estaré dispuesto a ayudarlo — no tuve que decir más nada para que su lengua comenzará a apoderarse de mi cavidad bucal y sus besos bajaran hasta mi cuello.
— Mjm — sentí como alguien se acomodaba la garganta y empujé a Leo lejos de mi.
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Como en los cuentos de hadas
RomanceHarry, un psicólogo desempleado, intenta escapar de su realidad y su familia, decide visitar a sus tíos para encontrar esa paz que necesita. Leo, un reconocido médico veterinario, huye de su soledad y decide hacer unas vacaciones improvisadas a ca...