34| Sumiso y además, romántico. ¿Qué más quieres?

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Contenido +16 (yo avisé D;)

Cap. Largo>>>

Ella me sonríe maliciosamente mientras lo masajea por encima del jogging

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Ella me sonríe maliciosamente mientras lo masajea por encima del jogging. Su mirada intensa me atraviesa, y su toque hace que mi respiración se vuelva entrecortada.

De a poco empieza a bajar mi jogging, hasta dejar al descubierto mi erección. Es impresionante lo duro que me pone cada vez que está cerca mío. Su sonrisa se amplía al verlo, y una chispa brilla en sus ojos.

Siento una mezcla abrumadora de sensaciones recorrer todo mi cuerpo. Su tacto me hace estremecer, me excita, me vuelve loco. Juega con la punta de mi pene, rozándola con su dedo con una delicadeza enferma. Luego, toma firmemente mi miembro en su mano y comienza a acariciarlo lentamente, torturándome con cada roce.

Gimo involuntariamente, incapaz de contener el placer que me invade. Su tacto es experto, provocando que mi cuerpo se tense y se retuerza. Es completamente diferente a como yo mismo me lo hago; esto es muchísimo mejor.

Sus labios se curvan en una sonrisa satisfecha mientras juega conmigo, alternando entre movimientos suaves y rápidos. Cada vez que acelera el ritmo, siento que mi control se desvanece rápidamente. Odio que me guste su tortura.

—Deja de jug... De jugar —digo entre jadeos.

—¿O qué?

La miro a los ojos, ese verde intenso... Trago saliva, ¿Qué se supone que debo responder?

—¿Te vas a quedar callado? —me recorre el rostro con la mirada y se relame los labios, entonces me suelta—. Okey, entonces pa-

—Haz lo que quieras conmigo —le digo, tomándola del brazo antes de que se baje de encima mío.

Me observa brevemente, en silencio.

—¿Así que sumiso?

—Cállate y hazlo de un maldita vez, Emmy.

La veo reprimir una pequeña sonrisa que grita «Victoria». Quería que le ruegue, que se lo pida, eso quería. Ja, antes muerto. Loca.

—Te gusta que te diga Emmy, ¿no?

—No olvido que no hiciste esto nunca —comenta con una sonrisita burlona.

Pe-Pero-

Lentamente baja su boca hacia mi miembro, con ayuda de su mano lo envuelve en sus labios húmedos y calientes. Trago saliva sintiendo mi respiración acelerada y mi cabeza caliente.

Mierda. ¿En serio soy el sumiso?

Succiona mi pene poco a poco, con movimientos lentos. Cada vez que baja, sube la velocidad, jugando con mi sensibilidad. Muevo mis caderas en dirección a ella, buscando más contacto, más placer.

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora