Capítulo 11: La Carta Escrita por una Margarita

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30 de agosto de 2018 / 5:42 p. m.

Un centro comercial se alza cerca de los suburbios. Un vehículo azul se estaciona en uno de los muchos lugares vacíos, lejos de las puertas del local. De él salen dos personas: una mujer rubia, de cabello largo y lacio, ojos azules y labios pequeños, y un niño de unos ocho años, muy parecido a ella. Parece que es su hijo.

Hace calor, pero el niño lleva un abrigo. Quienes lo ven pueden extrañarse, pero hay una razón: el chico es sensible al frío y su madre quiere que se sienta cómodo dentro del centro comercial.

—Vamos, Alex —dice la mujer mientras le extiende la mano.

El niño la toma y caminan juntos hacia el centro comercial.

Las puertas se abren y cierran al ritmo de las visitas. Hay gente de todas las edades entrando y saliendo, cada una con sus motivos.

—Mamá, ¿qué hay de la pelota que me prometiste?

—Claro, puedes ir a buscarla. Yo estaré en este pasillo —le indica la mujer, soltando su mano.

Alex corre hacia el área de juguetes y pronto llega al estante donde hay varias pelotas de goma inflables. Elige una y, al girarse, choca con un hombre mayor. La pelota le tapaba la vista.

—Oye, niño, ¿estás bien? —le pregunta el hombre, ayudándolo a levantarse.

—Sí... Lo siento... —responde Alex, avergonzado.

—Pero si eres, Alex, ¡has crecido mucho! —exclama el hombre, reconociéndolo.

—¿Co- Cómo sabes mi nombre? —pregunta el niño sin mirar al hombre.

—Soy Ruben. ¿Ya te olvidaste de mí?

Ruben le acaricia la cabeza y Alex lo observa.

—¡Tío Ruben! ¡Cuánto tiempo sin verte!

—Me alegra que te acuerdes.

Alex asiente con la cabeza.

—¿Dónde está tu madre? Seguro que quiere saludarme.

Alex señala hacia el frente, aunque en realidad su madre está varios pasillos más allá.

—¿Me llevas?

Alex acepta y caminan juntos hacia el pasillo de los refrigerios.

—Buenas tardes, Romashka —saluda Ruben al acercarse a la mujer.

—¿Señor Rogers? Qué gusto verlo.

—El gusto es mío. Veo que Alex está creciendo saludable.

—Así es, incluso hizo algunos amigos.

Alex se encoge de hombros, sin saber si es por vergüenza o por otra cosa. Mientras los adultos hablan, él mira a su alrededor, sin alejarse mucho. Después de unos minutos, Romashka le pide la pelota a Alex. Al principio se resiste, pero se la termina dando.

—Por cierto, hace mucho que no voy a su casa. ¿Qué tal si nos reunimos este domingo?

—Claro, no hay ningún problema —responde Ruben, despidiéndose de la mujer.

30 de agosto de 2018 / 6:14 p.m.

La mujer y su hijo salen del centro comercial. Romashka al ver a su hijo cansado y reconocer la lejanía del vehículo, decide indicarle que la espere allí, aunque no puede evitar sentirse preocupada. Es entonces que reconoce a Ruben, el cual se encontraba devolviendo el carrito a su puesto. Ella lo llama, sorprendiendo al hombre por dicha casualidad. Una vez se acerca, le pide que solo debe de quedarse con Alex mientras ella busca el auto. Ruben acepta, ya que no tiene ningún problema en hacerlo, y guía a Alex a los asientos cerca de la entrada.

Trozos del Pasado: Entre Sombras Y EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora