Era las 8:38 de la mañana. Y yo aquí buscando trabajo en los restaurantes.
Me estresaba el simple hecho de buscar como un puto perro a alguien para que me adopte. Pero en este caso. Quería que me diera un trabajo.
Por lo menos limpiar el suelo del baño.
Entro al último lugar del centro comercial, está iba a ser la última vez buscando trabajo. A la próxima buscaré por un sitio Wep.
—Hola.—digo con la esperanza de que el señor de enfrente mía me pueda dar algún trabajo.
—Hola, buen día¿En qué la puedo ayudar?—el hombre me preguntaba con su cara amargada. Algo que odio rotundamente.
—Si. Buscaba trabajo¿No tendrán alguno para poder ofrecerme? Cualquier cosa sirve.—el señor me mira con la misma cara y de un momento a otro. Pero solo un momento. Una sonrisa pequeña se hace presente en su cara.
—Ya vengo. Señorita.—sonrrio con entusiasmo esperando a que me den algún trabajo. Pasaron unos diez minutos, y el señor vuelve, con una mujer rubia, de aproximadamente unos cuarenta y nueve años, con un vestido blanco, que estaba adornado por pequeñas perlitas.
La señora me mira y sonreíe con entusiasmo, yo la miro con una sonrisa leve, para que no parezca que estoy desesperada por querés encontrar trabajo.
—¡Hola! Un gusto tenerte aquí. Me dijeron que buscabas trabajo¿No es así?—pregunto la mujer. A lo que yo asentí.
—Hola. Si, buscaba trabajo. Por lo menos de cualquier cosa, mientras me den trabajo hago lo que sea.—le dije con la misma sonrisa leve.
—Bien... quisiera que me acompañarás porfavor.
—Si, como no.—la señora me miró y se dio la vuelta, indicándome que la acompañará.
Caminamos por al lado de las mesas, donde la gente disfrutaba de su comida, algunos masticaban la carne con la boca abierta y otros simplemente heruptaban sin taparse la boca con una servilleta. El ver esto me daban náuseas. El solo ver a gente comer haciendo esas cosas irrespetuosas con sus bocas. Era un asco total.
Terminamos por pasar al lado de las mesas y la señora me guía a una puerta. Cuando entramos había un pasillo, con varias direcciones a dónde ir.
—Sigueme.—sigo a la mujer que va hacia el pasillo derecho, mientras miraba cada decoración del lugar. Llegamos al final del pasillo y la señora abre una puerta de madera.—Adelante. Pasa.—dice un su sonrisa brillante para mis ojos.
En eso entramos y veo como la señora se dirige a él asiento detrás de su escritorio, para poder sentarse. Con su manos me indica que tome asiento, y lo hago.
—Bien. La razón por la que quería que habláramos a solas era para darte un trabajo fuera de la ciudad. Cerca de un bosque.
—¿Y cual seria el trabajo?
—Que cuides a mí hijo de dies sisiete...
—Bien. Eso no será un pro- —pero la mujer me interrumpe. Y su cara pasa a estar sería.
—Esto que te voy a decir no es para nada fácil. Mí hijo padece de esquizofrenia y psicopatía, sus actitudes pueden ser muy repentinas...y si aceptas tienes que tener mucho cuidado.—me quedo mirandola. Pero eso no era un problema para mí. Mí padre padecía de esquizofrenia y siempre pude ayudarlo con eso.—El trabajo durará unos dos meses, tengo que viajar muchas veces. Y todas las personas que contraté para que cuiden a mí hijo...digamos que no les fue bien. Te quedarás en una habitación de invitados. El pago será de mill dólares. Y bien...¿Aceptas está oportunidad?
Me quedo perpleja, pero si lo iba a aceptar, necesitaba el trabajo para poder pagar las deudas. No iba a desperdiciar está oportunidad en una simple estupidez de cuentos.
—¿Cuando empiezo?—la mujer vuele a sonreír de oreja a oreja.
—Mañana. Mí chófer te recogerá.
—Bien.
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