MAY GOD HAVE MERCY ON YOUR SOUL.

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Arabella









Veía como Bill fumaba en la venta, sin la camisa. Me acababa de dar cuenta, el tenía qu maduras en su espalda, las cuales estaban sobre cicatrices profundas que se habían vuelto cicatrices blancas. No sabía si preguntarle por qué las tenía, así que no preferiría a arriesgarme y que se enoje conmigo.

Necesitaba vestirme, me levante de la cama, yendo hasta el completamente desnuda, el miraba cada parte de mi, relamiéndose los labios. Llegue hasta el y me pare en frente suyo.

—Necesito ir mi habitación a buscar ropa...

—Ve y vuelve rápido. Te llevare a un lugar. —asentí con la cabeza y camine hasta la puerta—Ten, llévate mi camisa antes de que te quiera volver a follar. —tome su camisa y me la coloque, salí de la habitación y fui a la mía.

Busque unas bragas, sostén, jeans y una camisa azul. Volví a la habitación de Bill y cerré la puerta detrás mío, el me miro y vi como dio una ultima calada al cigarrillo y lo tiro por la ventana. Camino hasta su armario y saco dos toallas.

El vino hacia mi y me tomo del brazo un poco fuerte, me llevo al baño y dijo: —Antes quiero hacerte mía una poco más. —cerro la puerta y abrió el grifo de la ducha. Ví como el empezaba a quitarse sus pantalones negros, junto a su boxer. Quedó desnudo, yo me quite la camisa negra suya y la dejé en el suelo junto a su ropa.

El se había metido a la ducha, el agua mojaba sus rastas y su cuerpo. El me miro, viendo como yo aún seguía rígida en mí lugar, me tomo del pelo y me tiró a la ducha con él. Me tomo de la cintura y empezó a besar mí cuello, ladeaba mí cabeza para que lo deje de hacer, pero el al darse cuenta de esto empezó a frotarse contra mí.

—Me imagino que el primero en follar ese lindo coño fui yo... —me dijo en un susurro contra mí oreja, mientras su mano bajaba por mí vientre, llegando hasta mí intimidad y la otra tocaba mis senos. —¿No es así?... O... ¿Ya lo hicieron otros chicos—no respondí, me dejó confundida... pensando en sus palabras... Algo, me hacía pensar de que el no fue el único en violarme.
Su mano ya en mí intimidad empezó a girar sus dedos en mí clítoris con fuerza, haciéndome jadear del dolor, me dejo de tocar, dándome la vuelta. Quedando en frente suya.

Me empujo con su cuerpo contra la pared, mientras el agua caía sobre nosotros. Tomaba mis labios con ferocidad, besándome desesperado. Mis manos se mantenían en su pecho, intentando quitarmelo de encima.

—Ya... ¡Déjame! —volvio a atrapar mis labios con los suyos, callandome.

—Cierra la puta boca y obedeceme como la puta que eres. —me levantó del suelo de la ducha, enrrollando mis piernas en su cintura.—No pararé hasta que te duela, quiero que sangres. —metio su pene con fuerza en mí, y empezó a azotarme.

Gemía del dolor y asco, el agua que caía de la ducha hacia que me ahogara cuando gemía. Bill jadeaba, mientras empezaba a acelerar sus movimientos. Nuestras bocas se movían rápido, yo solo lo hacía para calmar mis gemidos de dolor.

Mí culo chocaba contra la pared fría, Bill me apretaba las nalgas, mientras seguía penetrandome con rapidez y fuerza. Mis uñas se clavaban en sus hombros, haciéndolo jadear del placer.

Me sentía estrecha, sentía como su pene se hacía más grande y duro. El jadeaba más de lo normal, dándome a entender que estaba apunto de correrse en mí. Seguía moviéndose rápido, mi orgasmo estaba apunto de llegar. Tan solo dos estocadas más dio el, y me corrí. El se derramó en mí, pero siguió moviéndose igual de rápido que antes.

—Ahhh... Bill ya... —dije.—¡Duele!

—Grita mí puto nombre. —siguió moviéndose, mí cuerpo no aguantaba.

CANNIBAL; Bill Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora