Abrí mis ojos, encontrándome acurrucada contra el pecho de Bill. Mire a mí alrededor y luego a mí, estaba desnuda, al igual que Bill.
Un dolor en mí entre pierna se asomaba cada un rato. Me intenté alejar un poco de Bill, corriéndome con mis manos de su pecho. Pero una mano agarro mí pelo con fuerza.
—¿Que mierda crees que vas a hacer?—dijo y tiró mí pelo hacia atrás.
—P-porfavor, Bill. Déjame.—dije en un susurro torpe.
Miro mis ojos y puso una mano en mí pecho, tocando uno de mis pezones. Bajo su cabeza a la estatura de mí pecho y lamió mí seno.
Puso sus dos manos en mis nalgas y metio a su boca uno de mis pechos, jugueteando con mí pezón. Sentía el metal frío del piercing de su lengua, mientras hacía círculos en mis pezones.
Sus dedos tocaban mí clítoris y mí culo, metiendo estos en mí. Alguno que otros jadeos salían de mis labios.
—Te folle toda la noche...—saco su boca de mí seno y junto sus labios con los míos, explorando mí boca, cada centímetro de ella.—...y lo quiero hacer de nuevo.
Volvió a meter uno de sus dedos en mí entrada, pasándolos por mis pliegues, los cuales tenían un poco de sangre. Mi cara mojada por todas las lagrimas que derramaba.
Me levanto en la cama y me subió a su regazo, volviendo a besar mis labios. Yo intentaba quitarme de el, empujando con mis brazos su cuerpo. Mí mejilla ardió al momento en el que estampo su mano en ella.
—...Quédate quieta...si no te haré mierda.—tiraba mí pelo hacia atras, haciendo paso para besar mí cuello. Su pene estaba erecto, mientras se posicionaba en mí vientre.
Sus manos tocando mí cuerpo, sintiendo como me dejaba sucia cada vez más.
Junte todas mis fuerzas y le pegue en la mejilla, dejándola roja. Lo empuje una vez más y me safe de su agarre, mirándolo asustada por lo que llegue a hacerme.
Sus ojos se tornaron más oscuros, tan opacos sin brillo. Sus venas se marcaban, en su cuello y brazos.
—Hija de perra...
Tomé una camisa negra que encontré en el suelo y salí de la habitación, mientras iba poniéndome la camisa.
Corrí por los pasillos del castillo, mirando como el corria detrás de mí, se había puesto un pantalón más rápido de lo normal.
Llegue hasta unas escaleras que conducían a un piso más. Subí estas con rapidez, mientras sentía que mis piernas flaqueaban.
Mire hacía atrás, tomándome de la baranda para no caerme. Vi como Bill las subía mucho más rápido que yo, pero me apure para que no me alcance.
Llegue hasta el piso, el cual era una de las torres. Tenía mil pasillos, pero no sabía cuál tomar. Escuchaba como Bill me maldecía, diciéndome que me iba a matar.
Sin pensarlo tomé uno de mí derecha, corrie por este. Sin saber a dónde me metía, los nervios me carcomian, no quería que Bill me haga nada.
Llegue hasta el final del pasillo, el cual estaba totalmente iluminado. Donde tenía una puerta en frente, entre en la habitación, la cual estaba totalmente luminada.
La puerta se abrió detrás de mí, viendo cómo Bill aparecía por esta. Mí vista se empezaba a poner borrosa, por la lágrimas que se acumulaban en mis ojos, y rápidamente empezaron a salir.
—¡Te haré mierda!—cerro la puerta y me pegó con su puño en el pómulo, empezando a quebrarse y sangrando un poco.
Caí al suelo ante otro puño que me pego, dejándome sangrando en el labio. Pegó una patada en mí vientre, luego en mí estomago, haciéndolo repetidas veces en el mismo lugar.
Sangre empezaba a salir de mi boca, mientras el tiraba de mí pelo hacia arriba, obligándome a mirarlo.
—¡MALDITA PERRA!¡TE MATARÍA!—grito en mí cara, tomando mis mejillas con su mano, apretando las y causa de mucho más dolor.
—¡D-ejame!—grite tartamudeando, con miedo y terror. Pero pateo en justo en mí pecho, tirándole hacia atrás, levantandome del suelo.
Mí cuerpo estrello contra la pared, haciendo rebotar mí cabeza en ella. Mí vista empezó a ponerse blanca, mientras un dolor fuerte comenzaba a aparecer en mí estomago, las ganas de vomitar eran más fuertes cada segundo.
—Disfruta tu tarde aqui. Zorra.—pego una patada en mí cara, haciendo que mí boca sangre mucho más, empecé a ver blanco, mientras mí cuerpo se entumecia.
Y luego aprecie el negro en mis ojos.
(...)
Desperté, después de no se cuantos minutos u horas. Mí cabeza dolía, la sangre de mí boca, que sabía a hierro, mí estomago lleno de moretones y raspaduras. El solo movimiento que hiciese con mí brazo dolía, pues este tenía sangre en el codo y muchos más moretones que en mí estómago.
—A-ahh...—gemi del dolor en mí estómago, intenté levantarme, mis piernas flaqueaban al intentar mantener el equilibrio. Mis manos temblaban, al sentir todo el dolor de mí cuerpo.
Camine cogeando hasta la puerta, intentando abrirla, pero está estaba cerrada con llave. Mis ojos empezaron a arder al sentir como lágrimas salían de ellos.
—¡M-mierda!—grite bajo, golpeando la puerta intentando saber si había alguien.—¡B-bill!—grite, pero no había respuesta, ni ruido de que me dijera que estaba aquí.
Volví a gemir cuando grite, sentía todo el cuerpo dolorido. Mi pecho dolía, de la patada que Bill me había pegado.
Mis mejillas mojadas de tanto llorar. La sangre que recorría por mí boca al momento de toser. Me recosté en la pared, al lado de la puerta, tomando mis piernas contra mí pecho.
Escuchaba como pasos empezaban a acercarse aquí, empecé a mirarla puerta, esperando a que el que entre sea alguien de limpieza. Pero recordé que Bill los había matado a todos.
La puerta se abrió, dejándome ver a Tom. El me miró con burla, al verme tan destrozada. Se agachó a mi y toco mí pelo.
—Vamos, antes de que Bill vuelva a casa.—tomo mí cintura y me levanto del suelo, poniendo mis piernas alrededor de su cadera.
—Gracias, T-tom.—hable tartamudeando, mis manos temblaban del frío que empezaba a hacer aquí, junto con el miedo.
No quería cuidar a este hijo de perra.
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