Capítulo cinco

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ᴵᵗ'ˢ ᴳᵒˡᵈᵉ
ᴸʸᵈⁱᵃ ᴿᵉᶜᵃˡᵗ

Eran las doce de la noche, y aunque Matías y Enzo ya se habían ido a dormir, yo seguía despierta.

Estaba acostada de lado, con los auriculares puestos y escuchando la canción "Jacob and the Stone" de Emile Mosseri. A pesar de que mis ojos pesaban, no lograba conciliar el sueño.

Mis pensamientos no dejaban de dar vueltas en mi cabeza.

¿Qué me estaba pasando? ¿La muerte de papá significaba algo más profundo? ¿Realmente alguien me quería? ¿Qué estaba haciendo mal?

Un nudo se formó en mi garganta y apreté los labios para contener la primera lágrima, la que marcaba el comienzo de una guerra interna.

Recordaba las noches después de que Matias se fuese a España. Eran un infierno. Lloraba siempre, no salía, no comía, y ni si quiera le respondía las llamadas a nadie. Necesitaba a alguien conmigo.

No había nadie. Estaba en rodeada por cuatro paredes blancas en un piso de Madrid, no sabía ni que hacía ahí. ¿Acaso me merecía participar en "La Sociedad de la Nieve". Estaba sola, no había nadie a mi lado en esta cama gigante, no había nadie a mi lado. Notaba como el tiempo pasaba lentamente, pero no me importaba porque seguía sollozando.

De repente sentí un peso fundiéndose en esa desconocida cama y un brazo cayendo sobre mi cintura. Quise girarme, pero al ver ese brazo supe perfectamente quien era.

Enzo.

—Estoy contigo, no tienes porque sentirte sola —susurró.

No hablé, solo cerré mis ojos y me callé. Segundos después caí en un profundo sueño.

Abrí mis ojos al notar algo moviéndose en la cama, y me sorprendí al descubrir que Enzo seguía a mi lado en la cama

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Abrí mis ojos al notar algo moviéndose en la cama, y me sorprendí al descubrir que Enzo seguía a mi lado en la cama. Me giré hacia él y lo vi despierto, concentrado en su móvil.

—Buenos días, Lyd —me saludó.

No entendí muy bien ese comentario, ya que era de noche.

—Buenos días, Enzo —respondí, con una sonrisa.

Miré la hora y vi que eran las tres de la mañana, el vuelo salía muy temprano.

—¿Te sientes mejor? —preguntó, apartando la mirada de su teléfono para enfocarse en mí.

—Sí, mucho mejor, gracias a ti —le aseguré sinceramente.

—No me lo agradezcas —dijo con una sonrisa cálida.

It's Golden || Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora