Capítulo dieciocho

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ᴵᵗ'ˢ ᴳᵒˡᵈᵉ
ᴸʸᵈⁱᵃ ᴿᵉᶜᵃˡᵗ

Desperté con el brazo de Enzo rodeándome, su calor tan familiar que casi me hacía olvidar el quilombo del día anterior. La luz que se filtraba por las cortinas le daba un brillo suave a su cara, haciéndolo ver tan tranquilo como si todo lo que pasó ayer no fuera más que una mala pesadilla.

Me quedé ahí, mirando cómo respiraba despacio, su pecho subiendo y bajando de forma tan rítmica que me relajaba. Verlo dormir así, con esa expresión de paz, me hacía sentir que, por un rato al menos, todo estaba bien.

Su pelo estaba un poco desordenado, y tenía una leve sonrisa, como si estuviera soñando con algo copado. Me pregunté en qué estaría pensando, si acaso soñaba con nosotros, con momentos felices, lejos de todo el drama.

No quería despertarlo, así que me acurruqué más a su lado, sintiendo su brazo apretarme un poco más, como si, incluso en sueños, supiera que yo estaba ahí, junto a él.

Me sentí súper agradecida de tenerlo a mi lado. Después de todo lo que habíamos pasado, las dudas, los malentendidos, él estaba acá, conmigo, demostrando con esos pequeños gestos que estaba dispuesto a quedarse, a jugársela por nosotros.

Pensé en lo que hablamos anoche, en cómo nos sinceramos y aclaramos lo que veníamos arrastrando. No fue fácil, pero era necesario. Sabía que todavía teníamos un largo camino por recorrer, pero esa charla fue un paso clave. Nos acercó más y me hizo ver que, a pesar de todo el quilombo, ambos estábamos en la misma página, queriendo lo mismo.

Suspiré, sin poder evitar sentirme un poco más tranquila, aunque mi mente seguía dando vueltas. Estaba claro que lo de Javi me había dejado mal, y aunque había logrado salir de esa situación de mierda, no podía sacarme de la cabeza cómo Enzo había reaccionado.

El hecho de que me hubiera defendido tan fuerte, de que hubiera saltado a pegarle a Javi, me demostraba que no era indiferente a lo que pasaba entre nosotros. Pero al mismo tiempo, me hacía preguntarme si todo esto no estaba complicando más las cosas.

Me giré un poco, intentando no despertarlo, pero al hacerlo, sentí su respiración cambiar. Abrió los ojos lentamente y me miró, todavía medio dormido, pero con una sonrisa que me desarmó por completo.

—Buen día —murmuró, con esa voz rasposa de recién despertado que me encantaba.

—Buen día —le respondí, sonriendo también.

Nos quedamos en silencio por unos segundos, simplemente mirándonos, disfrutando de la calma antes de que la realidad volviera a golpear. Pero yo no podía evitar pensar en todo lo que había pasado. Quería hablar con él, pero al mismo tiempo, no quería romper ese momento.

—¿Dormiste bien? —me preguntó, acariciándome la mejilla.

—Sí, aunque me desperté un par de veces —admití.

—¿Por qué no me despertaste? —dijo, frunciendo un poco el ceño, preocupado.

—No quería molestarte. Además, estaba tranquila con vos al lado.

Él sonrió y me acercó más a él, envolviéndome en sus brazos. Sonreí y miré hacia la ventana.

—Se ve que está lloviendo —comenté.

El tiempo de acá es igual de bipolar que yo. Menos mal que la piscina de ayer era climatizada.

—Mhjm...—dijo Enzo, comenzando a darme besos húmedos en el cuello.

Sentí cómo un escalofrío recorría mi cuerpo mientras Enzo seguía besándome el cuello. Sus labios eran suaves y cálidos, y con cada beso lograba que me olvidara del mundo exterior, de la lluvia, de todo.

It's Golden || Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora