Capítulo dieciséis

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ᴵᵗ'ˢ ᴳᵒˡᵈᵉ
ᴸʸᵈⁱᵃ ᴿᵉᶜᵃˡᵗ

Después de la ducha, me puse mi pijama y me tiré en la cama, agotada. El paseo, más lo de Javi, me habían dejado con la cabeza dando vueltas. Solo quería relajarme y esperar a que Enzo viniera, como solíamos hacer.

Pasaron 45 minutos y Enzo no aparecía. Empecé a sentirme un poco ansiosa. Siempre venía rápido después de salir a caminar, ¿por qué hoy no?

Me giré para mirar el techo, tratando de distraerme, pero los pensamientos no me dejaban en paz. ¿Estaba enojado por lo de Javi? ¿Se había cansado de nuestras idas y venidas? ¿O simplemente se había quedado dormido?

Con un suspiro, agarré mi teléfono y le mandé un mensaje:

𝗘𝗻𝘇𝗼🖤

todo bien?
te estoy esperando

Esperé unos minutos, pero no hubo respuesta. Me levanté de la cama, dudando si ir a buscarlo o simplemente dejarlo pasar. Tal vez estaba exagerando, tal vez él solo necesitaba tiempo para procesar todo. Pero esa incertidumbre me estaba matando.

Finalmente, decidí que no iba a quedarme ahí esperando toda la noche. Me puse un buzo y salí de mi habitación, yendo hacia la habitación de Enzo.

Al entrar, lo encontré en su cama con el cel.

Estaba despierto.

Me acerqué despacio, sin saber bien cómo empezar la conversación. Enzo estaba recostado en su cama, concentrado en su celular, pero al verme entrar, levantó la vista.

—¿Qué hacés? —le pregunté, tratando de sonar casual.

—Nada, ¿qué haces vos? —respondió, pero su tono era diferente, más distante de lo habitual.

Me quedé parada ahí, sin saber si sentarme a su lado o seguir hablando desde la puerta. Esa frialdad no era normal en él.

—Te estuve esperando... —dije finalmente, con un tono suave.

—Ah, no tenía pensado ir a dormir contigo.

Sentí mi pecho oprimirse un poco y la confusión apoderarse de mi.

—Por eso vine yo acá.

Hubo un momento de silencio, en el que Enzo me miró con los labios apretados.

—Cerrá la puerta cuando salgas, Lydia.

Me quedé ahí, de pie, sintiendo cómo el aire se volvía pesado. La distancia entre nosotros no era solo física; había algo más, algo que no podía entender del todo, pero que estaba lastimándome.

—¿Pasó algo? —pregunté, intentando que mi voz no temblara.

Él siguió mirando su celular, sin siquiera levantar la vista. El frío en su tono era un golpe más fuerte de lo que esperaba.

—No, Lydia, no. —respondió, con esa indiferencia que me dolía más que cualquier palabra.

No supe qué más decir. La situación se sentía surrealista, como si no fuera Enzo el que estaba frente a mí, sino alguien más, alguien que no me importaba. Pero este era él, y yo no lo reconocía.

Asentí, aunque él no me estaba mirando, y di media vuelta. Cada paso que daba hacia la puerta se sentía como una pequeña traición a lo que creía que éramos. Al llegar al umbral, me detuve por un segundo, esperando que dijera algo, cualquier cosa que rompiera esa frialdad.

It's Golden || Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora