Lo había visto muchas veces en el paradero, mientras yo hablaba con mi pololo y esperaba la micro para irme a la universidad. Él era alto, flaco, con el pelo rubio anaranjado que llevaba largo y chascón, en resumen, todo un espectáculo, que junto con sus ojos le daba un aspecto similar al cantante Gotye.
Ese día, él me vio correr a la micro y subir sin aliento. Me sorprendió de sopetón cuando me dijo "Hola, ¿vas en mi universidad cierto?" me reí y le contesté "¿quién dice que es tuya? y ¿como lo sabes? Con una mirada juguetona habló "Es que siempre nos vamos como a la misma hora". Ante esa respuesta, no super qué decirle. Si supiera que todos los días lo espiaba por el rabillo del ojo entretenida con su forma de moverse con la música que escuchaba. Me sentí observada cuando rompió el silencio diciendo "No es necesario que tomes esta micro, en el paradero de al frente pasa otra que te deja en el metro Escuela Militar y pasa más seguido"
Ese consejo me sirvió para el resto de mi vida universitaria. Después de este breve intercambio de palabras, nos saludamos tímidamente cada vez que nos veíamos en el paradero. Hasta que un día en que iba caminando y siento que se acerca un auto. Era él "¿Te llevo? Voy a la universidad". Yo aliviada por el viaje y un poco nerviosa, me subí al auto, pero cuando me estaba poniendo el cinturón me acordé que iba a otra sede ese día. Avergonzada le dije "Noo, se me había olvidado que hoy no voy para el mismo lado que tú, pucha muchas gracias" Me bajé rápidamente, él sonrió y se despidió. Luego del incidente con el auto pensé en la valentía de él para ofrecer llevarme y mi torpeza al bajarme del auto.
Tres años después, volvía de la universidad a mi casa porque me dolía la cabeza cuando me lo encontré sentado en una esquina del vagón, tan chascón como siempre con sus ojos de agua. Él se dio cuenta y me miró también, pero mi dolor de cabeza me impidió hacer algo más, así es que me quedé ahí entre miradas. En mi mente pensaba "¿Lo saludo? ¿Pareceré loca?" No me acordaba de su nombre, pero quería hablar con él. En Baquedano hicimos combinación y lo perdí de vista, cuando un momento después, al subir al vagón lo vi buscando a alguien.
Esta vez no me atreví a acercarme y debo aceptar que, hasta el día de hoy, me arrepiento. Por eso "no dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy".
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Historias de metro
Short StoryEl recorrido a la universidad puede resultar simple para un Santiaguino común, sin embargo para una magallánica resulta ser un mundo de historias cada día. Esta es una recopilación de las historias que viví en mis viajes de metro...