11) La bella durmiente

1 0 0
                                    

Era el día de entrega del informe escrito de mi examen de grado. Los planetas se alinearon para que ese martes muchas personas pudieran ayudarme y todo resultara bien. Sin embargo, como dicen por ahí "hay que devolver la mano" de alguna forma y ese día tuve que hacerlo en la micro.

A las 10 am esperaba cualquier micro que me dejara en el metro, a esas alturas lo único que quería era imprimir y entregar mi informe, llevaba 3 semanas  trasnochando y estaba agotada. Así es que, apenas se detuvo la primera micro, me subí sin mirar. Hacía un calor primaveral a esas alturas que provocaba que la gente anduviera con sus chalecos y polerones en la mano.

Apenas me subí vi a una chiquilla apoyada en uno de los ventanales de la micro con la cara un poco pálida. Un segundo después escuché que decía "¡Ayuda!" y se desvaneció. Un tipo cerca mío alcanzó a sujetarla antes que cayera al suelo. Pero como él no sabía qué hacer con la desmayada preguntó y ahí salté yo, cual enfermera, a dar órdenes diciéndole que pusiera la cabeza de la chiquilla en el suelo, le levanté los pies y le hablamos para ver si recuperaba la consciencia. 

Un señor le avisó al chofer de la situación, ante lo cual, detuvo la micro y abrió las puertas para que entrara aire y así la señorita recuperara la consciencia. Cinco segundos más tarde, la joven abrió sus ojos y comenzamos a preguntarle si tenía alguna enfermedad o si había desayunado. Ella nos dijo que "no", por lo que asumimos que se había desmayado por no haber comido nada. Y como no contaban con mi astucia, saqué un jugo de mi mochila y se lo dimos inmediatamente. 

Así pudimos pararla y un señor amablemente , le cedió el asiento, mientras que otro, le regaló su sándwich "para que tome desayuno mijita" le decía. El chofer retomó la ruta y todos seguimos preocupados por la desmayada. Llamaba la atención cómo todos la miraban revisando si nuestra "bella durmiente" se sentía bien. Uno a uno se acercaban para ofrecerle un dulce  o darle un consejo antes de bajarse de la micro. Y, cuando más me sorprendí, fue cuando al llegar al metro Escuela Militar, el propio chofer se acercó a la señorita a preguntarle si se sentía mejor. 

Creo que ejemplos como ese nos sirven para quebrar la cotidianidad y valorar nuestra humanidad por sobre todo.


Historias de metroWhere stories live. Discover now