IV

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Las noches frías eran los momentos ideales para que pudiera salir de su territorio y explorar más haya de las montañas que le rodeaban, habían muchas cosas extrañas y interesantes fuera de su territorio pero una de las criaturas que había encontrado bajo las montañas se había robado por completo su atención.

—¿qué hacen ahora?— se pregunto al girar la cabeza.

Criaturas con un vago parecido al de chillona estaban fabricando las mismas armas que la habían lastimado en la primera vez que había salido a explorar, altura similar a la de su cría con pieles azuladas y peló blanco —ramas y piedras... para ser tan débiles esas cosas duelen— pensó mientras pasaba su mirada a la entrada de una cueva.

—!!MALDITA SEA!!— grito un hombre antes de ser atravesado por una lanza tosca.

Pequeños pero bastante peligrosos era su definición al ver a las pequeñas criaturas que asaltaron a otra una manada de la especie de su cría, habían varias pequeñas mamadas que se movían por toda la zona baja de su montaña en donde notó algunas cosas. Habían muchas peleas entre ésas mamadas pero curiosamente parecían ser sólo dos bandos, había visto varias veces que los de pieles de otros animales se cruzaban entre sí pero sin llegar a atascarse mientras que era todo lo contrario con los de escamas cromadas, aunque eran generalmente más pequeños que sus contrapartes que usaban pieles de animales resultaron ser mucho mejores guerreros.

—parece que escamas blancas vienen... tengo que irme ahora, ellos siempre son muchos— pensó mientras se alejaba del lugar.

La batalla entré los pequeños de armas toscas y quiénes traían pieles animales dió un giro cuando un enorme grupo de escamas blancas apareció, utilizando sus armas atacaron a los que ya estaban combatiendo más cómo terminó el combate fue algo que el no se quedó a mirar.

—pequeños están alejando a los demás que la montaña, pero escamas blancas se acercan cada vez más... sería peligroso si encuentran el paso entre las montañas— pensó mientras movía rápidamente entre los arboles.

Trás un largo tiempo logró llegar de nuevo a su bosque, pasó los pequeños pozos de agua burbujeante y los árboles frondosos para finalmente llegar al campo de flores donde la pequeña cría de pelo blanco jugaba con las hadas —es demasiado peligroso para chillona, ella es pequeña ¿por qué tarda tanto en crecer?— cuando estuvo de frente a la pequeña abrí su hocico lo suficiente para poder lamerle las cara.

—tengo que bañarte de nuevo— gruñó al tomarla por la cintura —tu especie es rara, luchan mucho pero no se quedan con el territorio, pelean con fuerza y después se van para seguir peleando— gruñó mientras lamia su espalda.

—mjmmm— se quejo cuando lamieron su cuello.

—tengo que limpiarte bien, hueles demasiado— gruñó a lamerla con más fuerza.

Mientras el bañó de la pequeña continúaba un pequeño grupo de exploradores había encontrado el paso en la montaña, habían seguido los rastros de una vestía que se había estado comiendo a sus caballos.

—señor está es tierra maldita— habló temeroso un joven caballero.

—niño... no me importa que tú pueblo crea que esta montaña está maldita, está cosa mata a nuestros caballos desdé hace seis meses— respondió con autoridad el caballero mayor —los bárbaros siguen causando problemas y no podemos perder más caballos— termino al sacar una pica de guerra.

—sera mejor que tengas cuidado chico, estás subidas son engañosas— dijo un lancero.

Un grupo de veinte guerreros los que se acercaban en una sola fila al pasó entre las puntas de la gigantesca montaña, tenían pieles y ropas gruesas debajo de sus armaduras que tenían algo de brillo blanco.

el monstruo de la princesa (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora