VI

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-¿que mi padre se fue?- pregunto Dirk al mirar a uno de los caballeros que vinieron en los barcos.

-joven maestro, cuando su padre escuchó sobre las palabras de un loco que habían encontrado un barco volador se fue inmediatamente... no escuchaba razones, se llevó a todos menos el barco que fue a apoyar las líneas del frente- respondió el caballero.

-¿deberíamos ir?- pregunto la voz en su cabeza.

-dime ¿cuánto tiempo tiene desde que sé fue? y ¿a dónde se dirige?- pregunto al caminar en dirección a la salida del edificio.

-hace unas cuatro horas... fue a la enorme montaña que vimos desdé el río Harley- respondió mientras seguía a Dirk a la salida.

Cuando atravesaron la puerta la dragona miraba con el cuello erguido a su jinete, rápidamente bajo su cabeza y Dirk subió pisando su gran pata y dando un salto al lomo de su compañera.

-informa al restó, esperen en está posición... iré a buscarlo- termino con una mirada sería.

-¿crees aguantar subir así de rápido?- pregunto algo dudosa la dragona

Sin responder directamente el joven se acomodo una pequeña mascara que cubría nariz y boca, miró fijamente a los brillantes ojos de su compañera y apretó con fuerza las escamas abultadas en su lomo que formaban una vaga montura.

-vamos- respondió al palmear su lomo.

Extendiendo completamente sus alas los hombres en la zona presenciaron a la dragona salir disparada hacia las nubes, volaba con fuerza batiendo sus alas continuamente para seguir subiendo -no te desmayes, no te desmayes- repetía Dirk en su mente mientras todo desaparecía y lo único existente era su confiable compañera y el dolor en sus pulmones.

-¿estás bien?- pregunto con un ligero temor sin mirar a Dirk.

-ve lo más rápido que puedas... estaré bien- respondió apretado con fuerza las escamas para no caerse.

Una vez más la dragona batió sus fuertes alas y voló en línea recta hacia la montaña más grande que había visto después de la santa llama, desdé el valle entre las montañas sería mucho más fácil subir pero ellos querían ir lo más pronto posible sobre la altura de las nubes.

Desdé el valle subiendo lentamente un grupo de felteros atravesaban los cielos, habían multitudes de ruidos saliendo de sus mecanismos y de los rezos de la tripulación para que el motor no explotará por la presión.

-!!cien metros!!- habló aterrado uno de los maquinitas.

La cubierta estaba llena de caballeros que miraban nerviosamente al capitan sudar por los nervios, estaba pálido mirando el panel junto al timón donde los medidores tenían sus agujas en el color rojo temblando algunos entre la línea blanca y roja.

-!!pasamos ya la marca!!- menciono con nervios el capitán mirando a su señor.

-no te detengas- ordenó mirando una grieta en medio de la punta congelada.

Cada segundo se volvía más frío el ambiente lo cual no ayudaba para nada a los pobres hombres, habían pasado las nubes y sobre pasado por mucho la altura máxima que le marcaban los instrumentos de navegación -!!a caso nos quiere matar!!- era el pensamiento común de los hombres que si bien querían regresar no se atrevían a desobedecer órdenes directas de su maestro y señor, hacerlo entrar en razón usando los riesgos que implicaba sobrepasar los límites de la maquinaria era ridículo sabiendo las razones que tenía para continuar.

-no va a parar... maldigo haberme quedado con el- pensaba el capitán mientras todo temblaba y los motores hacían sonidos más extraños y fuertes.

el monstruo de la princesa (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora