Capítulo Cinco
Jimin tenía catorce años. Y podía decir con orgullo, que había logrado controlar un 85 % de su problema.
Controlaba mejor sus expresiones a la hora de comer, y también sus gestos. Si se sentía incómodo, ansioso o desesperado, intentaba contar hasta diez e imaginar algo agradable.
Si eso no funcionaba, respiraba hondo y apretaba sus puños debajo de la mesa, con mucha fuerza.
Él evitaba todo lo relacionado con sus orejas. Desde frotarlas con sus hombros, rascarlas, hasta cubrirlas.
Eso había ayudado muchísimo a la mejoría de su rota relación con su madre y hermano. Y por "mejoría", el pequeño Park se refería a que sus familiares ahora le dirigían la palabra en casa, algo que Jimin jamás había pensado que volvería a ocurrir.
Pero había veces... Las correspondientes al 15 % restante, que hiciera lo que hiciera... No podía controlarse, pues la molestia era demasiada.
Y ese 15 % se estaba manifestando en el peor momento posible. Pero antes de eso, volvamos al inicio de todo.
Jimin y SeokJin habían sido invitados por su padre, Jaebum, a su casa ( la que compartía con su, ahora, segunda esposa, TaeMi) ; donde se estaba llevando a cabo una importante cena.
El adinerado casi-nuevo-socio de la empresa de su padre, su delgadísima esposa y sus dos hijas de trece y quince años, habían sido invitados a la nueva casa Park.
Al principio -antes de que pasaran a sentarse y a comer; los hermanos Park y las hermanas Ahn se encontraban en el living de la casa del padre de Jin y Jimin-, el pelinegro ya se encontraba incómodo. Ambas muchachas lo miraban a él y a su hermano mayor (de ya dieciocho años) de una manera que estaba comenzando a molestarle.
A Jimin no le agradaban mucho las chicas. Mucho menos, la de edades cercanas a la suya, porque siempre lo estaban incomodando con sus risitas tontas, y sus intensas miradas. Además, el que Jimin haya hecho amigos en los últimos años de escuela, no significaba que él hubiera dejado completamente atrás su recelo hacia las personas desconocidas.
Aunque claro, estaba Jeon Jungkook, la única excepción a la muda regla impuesta. El muchacho de hoyuelos había despertado en Jimin un sentimiento de tranquilidad desde el primer momento en que se vieron, lo que había hecho que el pelinegro deseara estar cerca de Jeon. Además, el día que Jimin chocó con Jungkook, fue la primera vez que alguien fue capaz de sacar aquellos horribles sonidos de la mente del menor de los Park.
—¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre, SeokJin oppa? -Preguntó YeongSu, la mayor de las hermanas Ahn, con un fuerte sonrojo en las mejillas. La chica había hecho de todo para no tartamudear.
—Me gusta mucho cocinar. -Respondió Jin, amablemente. -Me gusta salir de compras con mi madre, ver películas. Leer un poco. ¿Y a ustedes?
Jimin suspiró casi imperceptiblemente, pensando que aquella conversación era sumamente aburrida. Aunque... la parte de su hermano le era un poco interesante, porque desde que su problema había comenzado, su hermano jamás estaba cerca de él. Así que Jimin sabía poco o nada de él.
Jimin podría apostar que sabía más de Hoseok que de SeokJin, lo que era bastante triste considerando lo unidos que eran él y Jin de niños.
—Me gusta mucho bailar. -Respondió YeongSu. - De hecho, asisto a una Academia cuatro veces a la semana. -Su voz destilaba orgullo.
La chica le recordó a Hoseok y a Taehyung con el tema del baile. Jimin se permitió sonreír un poco, ante el recuerdo de las travesuras de sus amigos.
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Misofonía ; kookmin
FanficCuando Park Jimin acababa de cumplir la tierna edad de siete años, comenzó su pequeño gran infierno personal. Incomprendido por sus padres y hermano, temiendo las horas de las comidas, apartándose de sus compañeros de escuela, haciéndose daño en los...