2. Volviendo del pasado

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Un vestido de anciana desgarbada hasta más debajo de las rodillas ―«algo que diría Marcia»―, chaqueta de mezclilla, zapatillas rojas, mi bolso, mi libreta de apuntes, mi teléfono, mi cámara, mi pelo suelto y el fleco que me cae sobre mis lentes; son todo lo que necesito para pasar desapercibida y realizar mi labor. Si lo sé, soy más parecida a Betty la fea; pero bueno, verme muy poco atractiva por lo menos evitará que no se fijen mucho en mi apariencia.

Me miro al espejo, me agrada lo que veo. Suficiente arreglo para pasar desapercibida; pero no mis ojeras. ¡Casi no pude dormir!, la ansiedad porque todo salga perfecto no me dejó conciliar el sueño. Siempre me pasa cuando me enfrento a algo serio, ya me ha pasado... antes. Sin embargo, mi estómago aun revolotea desde anoche y me pregunto por qué; ¿acaso me ocurrirá una catástrofe? ¿Será que entregaré la peor crónica deportiva de mi vida? me encontraré un papi millonario como augura Mar.

¡Diantres! Espero que no.

Y pensando en ella y sus malos agüeros. Siempre piensa que esto que hago es una tontería, y no, no lo es. Alguien pidió especialmente por mí para que me encargara de escribir la crónica de la sección dedicada a resaltar las labores sociales de reconocidos empresarios. Y el partido de pubertos como los llama, son un grupo de niños huérfanos quienes están siendo apadrinados por los mismos, y lo único que debo hacer es plasmar el resultado de su labor. Lo único que puedo reconocerle es que efectivamente todo esto solo es una fachada. Los patrocinadores mostraran su mejor cara, sonreirán como si los amaran y jugaran con ellos como si lo disfrutaran, y es por esto que quieren que sus rostros y nombres queden impresos para la posteridad. Solo es pura burocracia. Suspiro hondo, sé de eso, incluso yo fui beneficiada como huérfana alguna vez y sí, es una fachada; no obstante, representa mucho para esos niños. Así que yo solo tengo que hacer mi labor sin cuestionar.

Por último, reviso un poco más la lista de empresas y personajes, pero Marcia me pega tremendo susto haciendo que me espante y la lista salte de mis manos.

―Que espantapájaros más tierno o debería decir que ancianita más dulce. ―Ella se burla de mi meneando toda fresca su melena larga y rubia, frente a mí.

Va toda sexi y deportiva. Hasta se le marca un poco el Triángulo de los Bermudas, en su entrepierna. También es un poco exhibicionista.

"El que no muestra no vende" eso dice, pero se escuda en que es el lema de la joyería de lujo en la que trabaja. Pero eso debió servirle para atrapar al hijo del dueño.

―¿A dónde vas con esa ropa de buscona? ―le bromeo para molestarle mientras me agacho a recoger la lista.

―Respétame, por favor ―espeta seria―. Es mi ropa deportiva.

―Te conozco muy bien, y sé que te traes algo entre manos.

―Qué crees, me apetece ir a ver pubertos jugar futbol. ―Suelta echando por tierra toda su seriedad.

A ella nada de lo que le digan le molesta, le resbala, y eso me encanta de su buen humor. Tiene mucha personalidad. A veces le envidio, aunque no creo que yo llegue a ser algo así, soy un poco más reservada. Más que mostrarme yo misma, me gustaría más que me descubrieran.

―¡Si claro! ―bufo volviendo a mirarla―. No debes tener ningún plan de domingo con Philip, y lo único que harás es coquetear con los promotores de los niños.

―Tienes razón, tiene un almuerzo de negocios. Él se lo pierde, y a lo mejor y me engancho a un buen soltero, y si es casado y adinerado, le mando a volar. ―Ríe burlona su malvado plan, y yo no le veo la gracia a ponerle el cuerno a su novio con quien no lleva mucho tiempo y de paso hacer cometer adulterio a otro, así solo lo sea por pasar el momento.

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