Parecía imposible calmarme después de todo eso, demasiadas cosas para procesar en tan poco tiempo. Él tiene razón, la inteligencia veces no me alcanza para algunas cosas, y eso significa que no siempre lo sabemos todo, porque muchas de ellas se escapan de nuestras manos o nuestro entendimiento. Sin embrago, no estaba mintiendo y quiero creer que él tampoco. Al final todo esto es como una treta para que acepté su proposición. Y convencerme a punta de buenos polvos, parece que es su estrategia maestra. Si sigue así tal vez logre que pierda la cabeza.
Pese eso, seguimos comiendo y terminamos de desayunar. Ambos procuramos hacerlo en completa paz, no dije nada más al respecto para no terminar indigestándome con la comida, que en efecto estuvo deliciosa. Pude con casi todo porque él se tomó en serio su papel de supervisor de comidas. No terminó su parte hasta que yo no lo hice con la mía. Recogimos la mesa y lo dejamos todo en el fregadero. Me ofrezco a lavar los platos y me regaña negativo sobre mi voluntario ofrecimiento.
―¿Qué tal una ducha, juntos? ―propone usando un tono conciliador. Estira su mano tomando uno de los mechones sueltos de mi desastroso moño jugando con él.
¿Ducharnos juntos? Y ahora que procede. Cenamos, follamos en su sucio vocabulario, y ahora una ducha, ¡juntos! Definitivamente no puedo procesar, y sí, creo que perderé la cabeza; todo parece tan increíble y tan difícil de creer a la vez, o tal vez, solo soy una mujer fácil... ―«¡Al diablo con las facilidades!»―. Ya me he dejado llevar lo suficiente como para hacerme la de rogar, y también quiero. Esto, quizás, nunca más se vuelva a... repetir.
No obstante...
―Dijiste que hablaríamos, después del desayuno. Y espero que ahora si cumplas tu palabra de decirme que es lo que quieres de mí ―comento y espero que me preste atención.
Eso de que tiene una propuesta para mí, mentiría si dijera que no ha llamado mi atención de alguna u otra forma. Me pica el interés.
―Cambio de opinión, lo haremos durante la ducha ―emite, y por lo que veo nuevamente se pasa por la galleta mi objeción y mi última neurona de la cordura peligra.
Se encamina de nuevo a la habitación, y yo no tengo otra cosa más que hacer que apurarme y seguirle detrás, me detengo en la puerta.
―Eso...
―Eso es una invitación para follarte mientras nos metemos en el agua. Desvístete. Te espero en la bañera ―demanda―, a propósito, te queda bien mi camisa ―añade antes de empezar a quitarse la ropa sin ninguna formalidad, entrando rápidamente al baño.
Me quedo sin palabras, estas se me extinguieron mágicamente de la laringe y de mis cuerdas vocales, y como es de esperarse mi mandíbula cae irremediablemente. Lo último que veo y detallo muy bien de él antes de cruzar por la puerta del baño es su hermoso trasero prieto, y en el que me dan unas enormes ganas negras de poner mis manos. Trago en seco varias veces y masajeo un poco mi cuello para controlar mis bajos instintos. Me desconozco. He descubierto que en estas más de doce horas Eliot me vuelve completamente loca. Ha despertado a la mujer lujuriosa que llevo dentro.
Suelto los botones de la camisa y me la quito, la acomodo en donde la encontré. Me bajo los boxes de una forma tan anti sexi, que me los termino de sacar a patadas con los pies. Me dejo los lentes, afirmándolos para que no se me caigan. Camino lentamente hasta la puerta del baño, me fijo en que él ya está metido en el elegante plafón y recostado sobre el borde. La enorme bañera está empotrada junto a la ventana por lo que le entra mucha luz, y parece un rinconcito de ensueño, tan relajante, acogedor. La vista afuera es increíble, toda verde naturaleza. Se gira hacia mí. Está todo mojado y el agua gotea por todo su duro y sensual rostro. Sus ojos brillan de manera especial, apenas me ve. Trato de no mostrar ninguna expresión. Pero con la hermosa vista y no la de afuera, me será casi que imposible.
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Juega con nosotros #1✔
RomancePrimera entrega de la saga Juegos sucios. «Una propuesta de trabajo como biógrafa y mucho de aquello que implica quitarte los calzones, fue lo que obtuve en mi reencuentro con Eliot, luego de no verle por nueve años. Ahora, soy una adulta con un j...