4. Llegada

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Maldigo mil veces a Marcia por su grandiosa idea, ¿Cómo me dejé convencer para hacer eso? Tuve que hacer un esfuerzo triple para salir ilesa de mis últimos exámenes. Luego apurarme en enviar los borradores de la reseña hasta el jueves y casi a media noche, para así poder tener el viernes libre en la noche que era el plazo para enviarlo. La verdad me genera un poco de ansiedad la idea de volver a compartir tiempo con Eliot, luego de tanto... tiempo. Reencontrarlo fue una verdadera sorpresa de la que aun no me repongo. Todos estos días no he hecho más que pensar en esa cita en su casa. Algo que me resulta tonto porque realmente no lo es, si estaba con esa mujer ―«que ni siquiera presentó, pero debe representar algo para él»―, es obvio que también estará allí junto con su... hijo. Y no dudo que sea la... madre

Ese pequeño también fue otra gran sorpresa y una muestra de lo muy hermético que lleva su vida. De algún modo, él solo deja ver lo que quiere, y en el fondo eso siempre me ha resultado muy inteligente de su parte. Sin duda, es un hombre que ha calculado bien su vida, y eso me intriga.

¿Querrá contarme como lo logra?

¡Flipo con la idea! Pero sería fascinante descubrir todo eso y por qué lleva las cosas de ese modo que se parece más a un juego donde él mueve las situaciones a su antojo. La idea me hace exhalar hondo y luego sacudirme para volver a concentrarme en lo que tengo que hacer, que es arreglarme para ir a su casa. Observo con recelo lo que Mar escogió para mí de su propio closet, según ella tengo un pésimo gusto para vestir, y no es que tenga gran variedad en mi guardarropa, pero me gusta mi estilo. Me encantan los vestidos y faldas largas con zapatillas, incluso tengo variedad de colores. Tal vez no sepa combinar la ropa, pero estoy bien con ello y no pienso cambiarlo.

Siempre he pensado que, si hay alguien a quien debes imitar y admirar es a ti misma, incluso si vistes como una loca, al final ese se convierte en tu propio sello, como en mi caso, lo admito. Es mi estilo, no obstante, esta vez estoy haciendo una excepción y aceptando su ayuda porque será la primera vez que haga este tipo de cosas tan formales. Ella tiene razón cuando dice que no salgo y me la paso más encerrada haciendo trabajo y más trabajo cuando debería irme de juerga a alguna disco. Creo que puedo contar con mis dedos las veces que lo he hecho y la verdad no me atrae mucho el ruido ni las ganas de repetirlo. Disfruto más cuando he salido a tomar un café con Noah. No han sido muchos, pero si los suficientes para saber que es una persona amable y muy correcta.

Noah...

¡Concéntrate Sam!

Me regaño mentalmente y vuelvo a lo que me toca o se me hará tarde. Finalmente, voy a llevar un atuendo de los suyos. miro el vestido y es lo más decente que tiene ya que le encantan los escotes y los vestidos bastante cortos. Es un vestido negro con estampado de flores, corto, más arriba de las rodillas y sin mangas; con escote decente, aunque tampoco es que tenga nada exuberante para mostrar. Una vez me lo pongo me miro al espejo y no se ve nada mal. Saco unos botines negros de la parte de abajo de mi closet y me siento en la cama para ponérmelos. Saco también un bolso y meto unas cuantas cosas importantes, entre ellos el teléfono. Para completar me pongo una chaqueta de cuero negro, que está muy bonita y es calentita, me ajusta bien a pesar de que es de ella. Soy más alta y con eso compenso un poco el vacío delantero. Por último enrollo una bufanda alrededor de mi cuello ―«y listo»―, eso digo cuando me miro de nuevo frente al espejo.

Ella se asoma en la puerta, me ve y me hace un gesto negativo con su dedo índice. Señala mi pelo haciéndome exhalar con su inconformidad. Siempre suelo llevarlo suelto, por lo que opto por una cola de caballo alta, bien peinadita. No voy a usar los lentes, porque seguro voy a estar acomodándomelos cada rato por el nerviosismo que ya me empieza cada que se acerca el momento en que tengo que salir. Así que me he puesto los de contacto. Salgo del baño y me pongo frente a ella que ahora está arrellenada en el sillón de mi cuarto y em hace dar la vuelta con un gesto de su dedo.

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