―¡Espera! ―llamo su atención antes de que de la vuelta y se marche, porque, por lo que él asume, cree que conozco su casa cuando apenas y he visto el recibidor y la sala―. Esto...
―¿Esto qué? ―replica mi pregunta con otra. Ladea un poco su cabeza como si deseara que dijera algo más. Me hace exhalar un poco, soy yo quien quiere una explicación de esto. Grandioso y todo, pero; ¿Dónde quedó lo de ofrecer primero algo de tomar? Eliot me observa, su cara ahora no parece tan risueña―. ¿Esto qué, Samantha? ―continúa y su voz se percibe algo sombría, con ese deje autoritario de cuando me dijo que debía darme una ducha, y la tonta de yo se queda muda.
¿Dónde está la actitud risueña de ayer? O de cuando me abrió la puerta. Me sacudo mentalmente.
―¿Dónde... queda el...baño? ―pregunto con voz algo trémula, acobardándome.
Me urge un lugar donde pueda estar sola y procesar. Si es que es algo que se pueda hacer. Es que no salgo de la conmoción, y no porque sea algo malo, mentiría si dijera que no me gustó. Es solo que no puedo dimensionarlo. Esto es demasiado para mi cerebro y las malas predicciones de Mar.
¡Que diantres!
―Tienes razón, ven te llevo ―indica suavizando su voz.
Eliot ahora me confunde; pero para mi alivio, empieza a caminar hacia las escaleras que serpentean a la derecha, y agradezco que vaya delante y no detrás de mí.
Me vería todo mi trasero; pensándolo bien, eso no tiene importancia ahora. No después de... verme más que eso, y tomarme... de ese modo, y tan de repente. Parece tan absurdo y escandaloso que eso haya ocurrido, así... como así. Los rezagos de lo que sentí aún no se desvanecen de mi centro, la sensación de tenerlo dentro empujando duro sigue allí y hace que me sofoque y se me acelere el pulso de nuevo. No obstante, ¿Cuándo fue la última vez que me sentí tan... llena?, tomada de imprevisto; sin embargo, plena, satisfecha.
Tengo que espabilarme y seguirle. Mientras ascendimos me fijo de reojo mirando hacia atrás, lo enorme y muy bonita que es por dentro. Paredes blancas con techos altos sin mucho ornamento, decorada de forma sobra y con lo esencial. Todo por donde pasamos respira lujo y mucha elegancia. Una muestra de lo rico que en verdad es.
Llegamos al rellano del pasillo de la segunda planta y nos encaminamos hacia la zona de habitaciones. La mayoría de puertas está cerrada. Nos detenemos frente a una, la abre y me señala que entre. Todavía con mucha pena camino delante de él, hacia al interior. No me fijo mucho en cómo está amoblada o decorada, pero por encima se nota que es una habitación de invitados. Es el dueño, así que espero a que entre y camine hasta la puerta del fondo que debe ser la del baño. La abre y revela efectivamente un enorme y equipado baño con tocador, armario de pared y de piso, una ducha y al fondo junto a la ventana, una bañera.
Todo un lujo.
―Las toallas están allí y todo lo que necesites. ―Señala hacia el elegante mobiliario de estantes y armarios junto al tocador―. Me llamas si te falta algo ―indica dirigiéndose de vuelta a la puerta de salida.
Pensar que hay mucho más de lo que podría necesitar, me hace largar una exhalación. Mi baño debe caber en una cuarta parte de este, es más, puedo incluir mi habitación. Y mirándolo bien en mi baño solo tengo lo necesario y en la repisa de mi ducha pongo jabón, champú, la maquina de afeitar cuando urge, y una esponja para quitarme la mugre. Inspecciono uno de los estantes y hay desde una colección de gel líquido para bañarte, champús de diferentes marcas y hasta todo tipo de frascos de colores. Definitivamente, es más de lo que podría necesitar. Parece una tienda de belleza. Aunque si me hace falta algo.
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Juega con nosotros #1✔
RomancePrimera entrega de la saga Juegos sucios. «Una propuesta de trabajo como biógrafa y mucho de aquello que implica quitarte los calzones, fue lo que obtuve en mi reencuentro con Eliot, luego de no verle por nueve años. Ahora, soy una adulta con un j...