10. ¿Aceptas sí o no?

39.4K 2.7K 345
                                    

No, no lo soy.

Él tiene razón, y me gusta lo que me hace. Será el efecto afrodisíaco que tiene su cuerpo, o es simplemente, eso que pasa cuando pruebas algo por primera vez y te quedas amañada. Eso es malo, incorrecto. No debería estar dejándome seducir de esta forma... tan poco usual...

Eliot lleva sus manos a mis brazos, me apresa, me abraza fuerte. Pega su piel mojada, y deliciosa contra la mía. Me calienta. Me mira muy serio desde su intimidante postura. Hago esfuerzos inútiles por no dejarlo avanzar con su intención.

¡Diantres!

No puedo refrenarlo. Tampoco quiero.

―¿Estas ofreciéndome, sexo...aparte de trabajo? ―Hago la pregunta, acorde a la realidad.

―No ―encaja apretando su mandíbula, sin dejar de mirarme―. Te ofrezco un trabajo. La diversión. Viene después.

―¿Es por eso qué tengo que vivir aquí contigo?

―Si vas a escribir sobre mí, debes investigar, y observarme diariamente. Y sí, por eso requiero que te quedes aquí. ―Se reafirma en su propuesta.

―Puedo venir todos los días, si ese es el caso.

―¿Lo estás considerando?

Levanta una ceja, haciendo una adorable e insinuante mueca con su boca.

―Solo hago una propuesta a la tuya ―resoplo exasperada.

―Te prefiero aquí. Y ver tus avances personalmente. La forma en que se hará, no tiene discusión.

―Hoy, eso es posible con la avanzada tecnología. ―Intento sacar una excusa convincente, y lo es―. Existen las videoconferencias, y muchas otras herramientas de apoyo.

―Estoy seguro que no prefieres eso. De todos modos. Preferimos que te quedes aquí, y prometemos que no te faltará nada. Tendrás todo lo que necesites, también será más seguro para ti manejar la información, y para nosotros.

Entiendo lo de seguro. Si pusiera un anuncio sobre esto, tendría inmensa afluencia de interesadas. Yo no lo podría gritar a los cuatro vientos y menos trabajando con Claudia. Aunque como lo pinta tendría que dejar ese trabajo para dedicarme 24/7 a lo que me pide; no obstante, hay algo que aún me molesta.

―Alishea hizo eso, también.

―Por supuesto, y si no te molesta, ¿podrías no preguntar por ella? Estoy seguro que preferirías hacerlo en tu propio estilo.

¡Vaya!

Eso no fue amable escucharlo. No iba por ahí mi inquietud. Tampoco me jacto de mis cualidades, intento ser la mejor en todo lo que hago y no tiene nada de malo querer ser perfecto y que los demás lo noten.

―Tienes razón ―acepto, porque algo que tampoco haría es imitar el estilo de los demás. Siempre abogo por hacerlo todo... a mi manera. Sigo mi propio instinto―. ¿Puedo preguntarte una cosa más?

―Claro, eres libre de preguntar todo ―resalta serio―, sobre la propuesta ―enfatiza, seguramente para que me abstenga de preguntas innecesarias como lo advirtió, sobre la anterior escritora.

El nombre de Alishea resuena en mi cabeza... ahora creo que la conozco de algo... ¿pero de dónde?

―¿Por qué siempre hablas de dos?

Esto es algo que también me inquieta y mucho. Sé que su relación de negocios con Ferran es de dominio público; pero sigue siendo un mito hasta dónde llega en su intimidad.

Juega con nosotros #1✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora