Aquino un gran hechicero y Duxo un gran guerrero eran los mejores amigos del mundo, claro que en cierta parte tenia sentido ya que eran los únicos que conocian en ese mundo tan lleno de magia y aventura pero...
Ultimamente sus sentimientos los estan...
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El castaño se encontraba junto al pelinegro en un lindo campo de flores, solo que estaban completamente rodeados de flores naranjas y moradas haciendo que se vea muy colorido y organizado el lugar.
El azabache agarró una flor morada y se la puso en el cabello del de mascarilla negra, mientras el de ojos miel le ponía una flor naranja al de ojos morados.
Ambos chicos reían mientras sentían el viento soplar moviendo las flores en su entorno junto a sus cabellos y ropas estando finalmente tranquilos, se sentía feliz de finalmente poder estar con su amado.
Aun que no todo lo bueno puede durar para siempre, Aquino miraba directamente a Duxo sintiendo como el mayor tenía sus dos manos puestas en los hombros del menor relajandolo pero a medida que pasaba el tiempo el agarre del guerrero comenzaba a intensificarse haciendo preocupar al hechicero el cual entre suplicas comenzó a rogarle que por favor lo soltara pero el de tez blanca hacía caso nulo apretando aún más fuerte los hombros del castaño.
Las flores del castaño comenzaron a sangrar mientras veía como el rostro de Duxo comenzaba a distorsionarse asustando por completo a Aquino quien intento gritar sin éxito alguno pues comenzó a ahogarse con su saliva y su propia sangre la cual salía de su boca sin parar comenzando a sentir como moría de manera lenta.
Aquella imagen hermosa de su novio ahora era completamente distorsionada convirtiendose en una criatura haciendo que la mirada del oji-miel pasará a ser de una de amor a una del mismo terror en su maximo explendor, queriendo huir de ahí sin poder pedir ayuda o hacer algo pues era sujetado sin piedad mientras no paraba de toser y ahogarse.
De pronto sintió algo atravesarlo, miro hacía abajo viendo como otra vez Duxo le clavaba esa espada que el mismo había hecho con tanto amor para el pelinegro quien ahora usaba su propia creación y regalo para asesinar a su propio amor.
Viendo con horror como la sangre caía a mares manchando sus manos y parte de su vestimenta de brujo, sintiendo un ardor y dolor horrible mientras podía ver sus propias entrañas... Quería llorar, quería gritar, quería pensar que todo solo era un sueño.
De pronto el suelo se rompió y cayó al agua manchando el liquido transparente de su sangre haciendo que se vuelva un rojo tipo vino.
Fue cerrando sus ojos de manera lenta mientras el agua rojiza comenzaba a adentrarse en sus pulmones llenandolos por completos.
Ya no podía respirar, ya no podía moverse.
Solo podía seguir hundiendose.
Y fue cuando decidió aceptar su destino, cerrando sus ojos por completo.
