Aquino un gran hechicero y Duxo un gran guerrero eran los mejores amigos del mundo, claro que en cierta parte tenia sentido ya que eran los únicos que conocian en ese mundo tan lleno de magia y aventura pero...
Ultimamente sus sentimientos los estan...
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Ya había pasado un año desde aquel incidente, en todo este tiempo Duxo trato de hacer lo posible por mantener la esperanza y aún sigue teniendola.
Aun cree que Aquino, su amado esta en algún lado de aquel mundo de maravillas y magia pura a todo su florecer, el aun cree que su precioso hechicero puede estar ahí perdido, con frio, con miedo y no se va a rendir en buscarlo.
Muchos pensarán que es un estupido, que debería rendirse ya y lo cierto es que si lo era. Era un estupido que se creyo las palabras de su amor, es un estupido que piensa que su todo volvera a estar con el, es un estupido que aun sigue cuidando con toda pasión las cosas del ojos de miel, es un estupido que aun sigue amando esos labios rosados del castaño, es un estupido que se ha enamorado de alguien que ya esta en otro lugar.
¿Pero que podía hacer? ¿Simplemente rendirse? No, el no lo haría. El sentía algo raro, sentía una brisa que susurraba su nombre, sentía que el castaño pedía su ayuda pero el no entendía el porque de esto.
"—Sé que estas cansado Zeus pero por favor, volvamos a revisar este lugar ¿Si?—" Miro como su dragón soltaba humo para luego ver como no se oponía a la insistencia suya. "—Gracias.—"
Duxo, ¿Acaso nunca te cansaras de buscar en los mismos lugares una y otra vez?, ¿Qué tanto necesitas para darte cuenta que Aquino no esta ahí? Porque es una cruel realidad, Duxo. Una cruel realidad que debes aceptar.
Una vez más volvía a casa decepcionado, le daba un poco de comer a su dragón y se iba después directo al cuarto que ambos compartían acostandose en el lado donde se supone que duerme el de hebras marrones, abrazando sus peluches junto a un par de ropas que quedaron en ese lugar que ya no se podía llamar un hogar.
Porque ya no era un hogar, sin Aquino solo era una casa más. Duxo no se sentía en su hogar pues su hogar era el hechicero.
Realmente no le gustaba estar despierto, prefería dormir porque eran las únicas veces en las que podía ver a su amado, no le importaba si eran pesadillas, si eran sueños lindos, si eran sueños húmedos.
El era feliz si podía ver a su castaño, a su aquino, a su amado.
Se había vuelto una rutina infinita, ir a buscar a Aquino, volver, alimentar a su dragón, irse a su cuarto, acostarse del lado de su cama con sus cosas, llorar hasta quedarse dormido hasta el día siguiente en donde todo volverá a suceder una vez más como si de un bucle se tratase.
"—Ruego a Dios tenerte a mi lado y entonces poderte abrazar...Si no estas aqui, algo falta. Yo por ti pelearía hasta el final.—" Lagrimas recorrían sus mejillas mientras sostenía una foto de los dos.
Recuerda que Aquino la tomo cuando apenas habían conseguido a sus dragones, ese día fue el mejor para los dos debido a que antes siempre se la pasaban huyendo de los dragones por lo tan OP que eran y que al final pudieran vencer a uno y conseguir de paso domesticar a dos realmente fue un gran logro para el par de mejores amigos en ese momento.
