12:00 PM
La luna alumbraba tenuemente las calles mas transitadas de la cuidad de París. A pesar de la hora, había mucha gente caminando y disfrutando de las bellas luces navideñas que creaban un ambiente alegre y romántico.
La noche estaba envuelta por una helada lluvia de nieve que tintaba el suelo de un impecable blanco, los establecimientos, vehículos y hogares habían sido vestidos por estos copos.Al estar en una época con más descanso, los bares solían cerrar tarde, permitiendo así mayor alojamiento para aquellas personas que querían un buen trago y descanso o festejo de sus vidas.
En uno de los callejones mas alejados y oscuros del centro de la ciudad, habían dos jóvenes teniendo una fuerte disputa, la cual comenzó a llamar la atención de las pocas personas que pasaban por esas calles escondidas.
Tras una discusión que se acaloró hasta llegar a los golpes, el más joven de los dos chicos fue acorralado en el fondo del callejón. Sus ojos dejaron de transmitir coraje al cruzarse con la oscura y amenazante mirada de su adverso. Su cuerpo heló por completo al saber lo que se avecinaba, aquella fúnebre mirada solo aparecía cuando su cabeza entraba en un profundo caos mental repleto de los pensamientos más oscuros y sádicos creados por una perfecta mente psicópata.
— No lo harías...
Susurró el menor de cabello rubio cenizo. En su mirada zafiro repleta de temor comenzó a haber una incredulidad marcada. Conocía perfectamente los alcances de su adverso, o mejor dicho, su pareja. Un joven seis años mayor, su cabello era rojo zanahoria, color que resaltaba sus penetrantes ojos esmeralda.
Este atractivo pelirrojo tenía los brazos y el cuello cubiertos por tatuajes, el más llamativo, una serpiente de ojos rojos que rodeaba desde su muñeca hasta el antebrazo, era tan realista que la mirada del animal tatuado era casi tan potente como la de su poseedor. Una brillante pieza de acero adornaba aquellos labios carnosos y rosados que el rubio en peligro amaba besar.
— Tu lo provocaste. — Respondió el mayor sin apartar la mirada de su adverso.— Descuida, no morirás en vano.
Una profunda risa salió de la boca del pelirrojo causando un fuerte escalofrío en el cuerpo del menor quien decidió cerrar los ojos, no se sentía bien al seguir observando la crueldad con la que lo miraban. Su cuerpo permanecía inmóvil, como si no quisiera salir de aquel peligro, que en cierto modo lo llenaba, su temor llegaba a niveles de placer indescriptibles. Algo tan insano que los unía a la perfección, pero para el pelirrojo no llegaba a ser completo del todo. Necesitaba algo más... o mejor dicho alguien más.
Un helado sentir se instaló en el cuello del menor, quien al instante descubrió de lo que se trataba, un pequeño objeto filoso había sido posicionado ahí, sacándole un largo suspiro aceptando que su fin había llegado.
Sus ojos volvieron a abrirse tras unos segundos sumergido en su memoria. Su mirada se topó una vez más con la de su agresor y ser amado que a pesar de todo, algo lo motivaba a verlo, su cruel obsesión unilateral.— Siempre dijiste que morirías en mis manos. — Habló el pelirrojo, mientras más palabras salían entre sus labios mayor era la presión ejercida en el cuello adverso. — Lo tomaré como algo literal.
Un jadeo de dolor se escapo de los labios del menor al sentir como un ardor recorría la zona pinchada.
— Sabes que no lucharía contigo. — Susurró con la voz más firme que su cuerpo tembloroso le permitió.
— Eso es lo que más me emociona.
El rubio miró con deseo a su adverso quien mantenía una cruel sonrisa cargada de soberbia. Esta solo se ensanchó al escuchar el quejido del menor convertirse en un sonido de cierto placer. Su relación era regida por un juego de sadismo y masoquismo, ambos fervientemente atrapados entre sí.
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Tras Las Rejas
Ficción GeneralEn la ciudad de Paris, Francia, todo parece marchar con normalidad, no es hasta que en las épocas decembrinas un joven pelirrojo de 28 años asesina cruelmente a su pareja de 22. Gracias a su gran influencia, es sentenciado a un corto e injusto perí...