BIG BAD WOLF

Cinco

—¿Quieres que te deje antes o que—

—En la comisaría está bien— la pelinegra asintió mientras daba una vuelta a la calle, notando cómo JooHyun estaba tensa, demasiado. Sus puños cerrados, su rostro sólo viendo su lado de la ventana, tragando saliva, SeulGi la vio antes de llegar, pensando en sus palabras.

No pensó mucho.                           

—Lamento si te incomodó lo que pasó en la mañana, lo de conocernos, pudo haber sido incómodo, lo entiendo... si quieres deja el envase por ahí para que no me lo tengas que—— una mano en la suya la interrumpió, y sólo escuchó la voz calmada.

—Te invito a cenar a mi casa, SeulGi, dejé un filete marinando ayer desde la mañana, y, me gustaría mucho que fueras— un sonrojo por parte de ambas, y la otra asintió, haciendo sonreír a JooHyun— entonces esperaré con ansias la noche.

Y en verdad lo hizo. JooHyun trabajó todo el día con su corazón acelerado porque cada que recordaba que tarde o temprano iba a caer la noche, lo hacía.
JooHyun no era nerviosa, no lo era tanto, podía trabajar bajo estrés de forma satisfactoria, no era ansiosa, pero ahora, tal vez lo era.

Mordió su labio mientras su reloj apuntaba las 7:59 pm. tembló al escuchar la alarma de salida. Se despabiló, viendo su máquina. Ya no sabía qué teclear.

SeulGi la ponía nerviosa, totalmente, la dejaba temblando, con una risa nerviosa que elevaba más y más hasta volverse en una carcajada cínica, pero ahora, no sabía cómo sentirse. Sí, estaba temblando, demasiado, tanto que parecía un perro chihuahua y así siguió hasta la hora de la cena.

El lomo estaba en el horno, jugoso, y ella estaba sentada en la mesa, con un vaso de agua, y un elegante vestido... No sabía por qué estaba tan presentable, hasta iba a apagar esa vela en la mesa por sentirse ridícula pero el timbre la interrumpió.

Gracias a Dios, SeulGi igual iba vestida de forma aceptable, elegante... a quién engañaba, para JooHyun, se veía perfecta, esas ojeras seguían pero eran ocultas por su sonrisa nerviosa, sus mejillas sonrojadas y esos labios pintados de rojo elevados por la sonrisa.
Y ahora, un brillo en sus ojos. Se excusó pensando en la vela.

Se hizo a un lado; —Pasa, por favor...

—No sabía cuál era tu vino favorito o si tomabas vino, así que traje cervezas, traje la que te gustaba en secundaria, aunque es posible que ya no te guste porque pasaron 10 años, sabes... tienes razón, es horrible, no debí haber traído cerveza, yo—

—Me sigue gustando, es mi favorita— sus manos se rozaron, haciendo a la mayor sonreír, al sentir que la otra también estaba temblando. La más alta arregló su cabello.

—Eh... hoy hace más frío que lo normal, sabes...

—Sí, al salir de la comisaría para venir a casa lo sentí, había olvidado mi chaqueta en la patrulla— la otra asintió, caminando, viendo los muebles.

—Si hubiera sabido te hubiera prestado alguna chaqueta.

—Muchas cosas para devolver— movió su cabeza de un lado a otro, seminegando, y acarició la madera.

—Muchas cosas para volvernos a ver... Oye, estos muebles están bien cepillados, a mano, casi tallados— la mayor se acercó y se paró detrás de ella, viendo el mueble, frunciendo su ceño.

—Lo compré el año pasado y se astilló, ¿Crees que puedas arreglarlo?— no había nada astillado, estaba perfecto, en perfectas condiciones, casi nuevo, pero SeulGi se paró, asintiendo.

—Mañana traeré la camioneta para llevarlo a mi casa, si quieres venir, será un proceso rápido— JooHyun asintió, viendo su mueble, pero de repente notó el cuerpo de la pelinegra demasiado cercano al suyo, y dejó de respirar.

Ahí estaba ese olor a madera, césped, y un lindo perfume. JooHyun se excusó caminando al armario y SeulGi sólo asintió, viendo a la mujer caminar con sus piernas cortas al lugar mencionado, sacando un libro.
Bien visto, era el anuario del 95, y sonrió. Se acercó a ella para ver lo que sea que le iba a enseñar, pero la mujer lo dejó en la sala. La vio.

—Ya está el lomo, vamos a cenar.

—Tengo tanta hambre...— relamió sus labios al ver la carne ser partida, derramando jugo, y comenzó a ir a las repisas por los platos y copas. JooHyun no se quejó, más bien, sonrió para sí misma.

¿Y si no era en otra vida, sino, en esa? Vio a la pelinegra poner los platos en la mesa, los cubiertos y cuando cruzaron miradas, le sonrió, sintiendo esa calidez de nuevo en ella.
Un pecho que había pasado 10 años frío, apático, sintió cómo una pequeña chispa fue el que comenzó a alborotarlo, a hacerlo cálido.

Carraspeó.—Te ha ido bien en eso de los muebles, verdad.

—Sí, eh, piden muebles personales, hechos a la medida, más las familias de renombre para que sus muebles tengan sus iniciales, así que, ese dinero para mi es más que suficiente, más no para retirarme de una vez.

—Me alegro que te vaya así de bien.

—Sí, y el bosque es un lugar calmado para vivir, no abunda el peligro.

—¿A ti no te molestan los aullidos de los lobos?

—Son como un llamado para mí— ahí no estaba la SeulGi borracha, pero JooHyun sólo dejó pasar el comentario mientras servía y la pelinegra veía, sonriendo— a decir verdad no, tampoco me molestan.

—De hecho hoy dormí bien contigo, no escuché ningún lobo— SeulGi asintió, comenzando a comer, dejando hablar a la otra de su día.

Sólo se resumía en papeleo, pero por alguna razón, el tener a una persona que la escuche que no sea Capitán Fresas se siente... bien, y que sea su primer amor, maduro, era excelente.
Era la comprensiva SeulGi, que la veía con una sonrisa, de vez en cuando hacía preguntas para que siguiera, y se concentraba en escuchar, atenta.

Haciendo que ambas sientan una calidez en su pecho con sólo verse, y sabían, ambas sabían, que era más que por la calefacción de JooHyun. Era por si mismas.

Su encantadora velada se resumió en la cena, el ver el anuario para recordar cosas con una sonrisa, y un beso en la mejilla en la salida, haciendo a las dos sonreír como bobas.
Ese día JooHyun durmió como bebé, sintiendo un calor que la abrazaba durante toda la noche, hasta el día siguiente.

No se sentía así desde los 17 años.