𝐈 𝐀𝐌 𝙃𝙐𝙉𝙂𝙍𝙔 || ᴘᴀᴘᴜғʀᴇsᴄᴏ

𝐌

{🫀}

Suspiro embobado, escuchándolo hablar del "Iceberg de Tilín".

Ya llevaba más de medio año conociéndolo, desde enero... y estaba acostumbrado a esas cosas que antes consideraba tonterías y una tremenda insensatez (lo sigue considerando así), pero que ahora escucha con total atención, aunque sea un tema de conversación repetido, aunque la gente se le queden viendo raro, aunque a veces ni siquiera le llame la atención, aunque a veces sienta que Luis solo habla para no quedarse callado.

No le importa.

Mantenía su oído atento, mientras adoraba cada pequeño detalle en la cara del contrario. Tenía miles de pensamientos en un solo segundo, pero todos ellos eran en torno a él; a su adorable vista, sus manos suaves, su voz chillona, su preciosa sonrisa... acompañada siempre de una risa sonora o ocurrentes palabras, las palabras que tanto ama escuchar y por las que vive.

Cada respiro de él era simplemente perfecto a sus ojos.

Sabía de manera casi perfecta lo que sentía. ¿Y cómo no hacerlo? Si le había costado más de tres meses aceptarlo; noches enteras, clases de matemáticas sin hacer nada y horas viendo el celular apagado, pero por fin lo hizo.

Aceptarlo fue una especie de paz para una parte de su alma; ya no tenía que negar la mayoría de sus pensamientos en torno a Luis, ya no tiene que preguntarse miles de veces por acciones impulsivas cuando está al costado de él.

¿Qué haces cuando te sientes a un paso de estar completo?

Antes había sentido algo así o por lo menos algo parecido; en la primaria.
Alguna que otra niña había llamado la atención a su yo de seis a diez años por la forma de comportarse y personalidad de ella, que se podía confundir con lo que siempre se encontraba en cualquier lugar, menos su casa: amor.

Ahora está convencido que ese sentimiento es algo mucho más fuerte que un tonto "amorcito" de niños. Ahora sabe que su corazón siempre palpitaba para poder estar presente para solo una persona.
Ahora sabe porque nació, y sabe que es algo precipitado decirlo como un hecho, ¿Pero cómo más lo puede expresar? Tantas palabras y ninguno lo puede ayudar.

Ahora sabe que quiere lanzarse a los brazos de él cada vez que lo ve, que quiere escuchar todo lo que él tenga que decir en esta vida, que quiere apoyarlo en todo lo que vaya a hacer, a abrazarlo cuando llore, a ver esos ojos brillar cuando ve algo que le gusta, y darle un gran beso para animarlo más de lo que ya está.

Quiere acariciar esa piel blanca, con cicatrices de acné y suave en donde no están las cicatrices, imperfecta a su manera.

Ama a Luis, a Papulince.

Ama a un hombre...

Algo que nunca se pudo haber imaginado, y que hasta había llegado a repudiar con un "geizzz".
Ahora que lo piensa bien... En la primaria siempre le gustaron las chicas que parecían masculinas, tal vez era una pista.