Capitulo 3

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Aclaraciones:

Pensamientos

Recuerdos

Al día siguiente, el sol apenas comenzaba a iluminar la aldea de Konoha cuando Fugaku, Shikaku y Aioros se dirigieron a la oficina del Hokage

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Al día siguiente, el sol apenas comenzaba a iluminar la aldea de Konoha cuando Fugaku, Shikaku y Aioros se dirigieron a la oficina del Hokage. La atmósfera estaba cargada de tensión y determinación. Sabían que la conversación que iban a tener con Hiruzen Sarutobi sería crucial para el futuro de la pequeña Naruto.

Al llegar, fueron recibidos por el asistente del Hokage, quien los condujo directamente a la oficina. Hiruzen los esperaba, sentado detrás de su escritorio, con una expresión de preocupación en su rostro.

Hiruzen: Buenos días. ¿Qué los trae aquí tan temprano?

Fugaku fue el primero en hablar, su voz firme y decidida.

Fugaku: Hokage-sama, hemos discutido sobre el destino de la hija de Minato y Kushina. Hay algo que necesita saber.

Hiruzen asintió, indicando que continuara. Fugaku miró a Aioros, quien dio un paso adelante.

Aioros: Mi nombre es Aioros de Sagitario. Soy un Santo de Atenea, y he venido a proteger a la pequeña Naruto.

Hiruzen frunció el ceño, claramente confundido.

Hiruzen: ¿Atenea? ¿De qué estás hablando?

Shikaku intervino, tratando de explicar la situación de la manera más clara posible.

Shikaku: Hokage-sama, Aioros nos ha revelado que Naruto es la reencarnación de la diosa Atenea. Según él, ella tiene un destino que va más allá de lo que podemos imaginar, y necesita ser llevada al Santuario para ser protegida y preparada.

Hiruzen se recostó en su silla, procesando la información. La idea de que Naruto fuera una diosa reencarnada era difícil de aceptar, pero la seriedad en los rostros de Fugaku y Shikaku le decía que no era una broma.

Hiruzen: ¿Y qué implica esto para nosotros?"

Aioros: Naruto debe ser llevada al Santuario, donde será criada por el Patriarca y cuidada por los Santos. Allí estará segura y podrá prepararse para su destino. Sin embargo, una vez que se la lleven, no volverán a saber de ella.

La expresión de Hiruzen se endureció. La idea de perder a la hija de Minato y Kushina, y no volver a saber de ella, era dolorosa.

Hiruzen: ¿No hay otra opción? ¿No podemos protegerla aquí?

Aioros: Si no la llevamos a un lugar seguro, su vida estara en riesgo.

Fugaku, con una mezcla de dolor y determinación en su voz, añadió:

Fugaku: Hokage-sama, sé que es difícil, pero debemos pensar en lo mejor para Naruto. No podemos arriesgar su vida.

Hiruzen suspiró profundamente, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que la decisión que tomara tendría repercusiones duraderas.

Los Caballeros del Zodiaco: La Saga de los ShinobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora