capítulo 35

1.5K 92 3
                                    

*Morgan*

Han sido dos meses increíblemente difíciles después de contarle toda la historia a Linda sobre como termine casada con Elizabeth, la forma en como pude conseguir el dinero para la operación de Mike, después de eso seguí emborrachándome hasta perder el total conocimiento necesitaba anestesiarme para lo que seguía, una semana después de dejar Elizabeth me cité con una abogada de divorcios y presenté la demanda, Elizabeth no puso ninguna objeción a nada firmó los papeles casi de inmediato así nos divorciamos en menos de un par de semanas, eso, golpeo cada fibra sensible de mi ser, atándome una piedra al cuello para hundirme rápido en la depresión.

Tratando de mantener mi orgullo intacto, le regresé su maldito dinero, tuve que vender mi casa, mi auto y sacar los pocos ahorros para poder regresar el dinero, mandé un cheque firmado a su oficina.

La respuesta de Elizabeth fue casi instantánea, mandando devuelta el cheque partido a la mitad, bueno hice lo más estúpido que se me pudo pasar por la cabeza, volví a firmar otro cheque para ella, pero esta vez lo mandé acompañado con una nota: (Deja de fastidiar y acepta el maldito cheque, no necesito de tu dinero, un trato es un trato) era lo que decía la nota, debió funcionar demasiado bien porque no hubo devoluciones.

Después de eso solo me quedaba en casa de mis padres sintiéndome muy miserable y triste, apenas jugaba con Mike, tampoco hablaba mucho con nadie, me la pasé evitando a mis padres y agradezco que ellos hayan entendido el mensaje, me dieron mi espacio, se sumaba a mi desgracia que alguien con mucho dinero por fin había comprado la mansión Kremèr, así que mi lugar favorito para llorar mis penas tampoco estaba.

No quería, pero no pude evitar recluirme en mi habitación, tampoco quería, pero no podía evitar sentirme vacía, sin vida y sin valor. No necesitaba las palabras bonitas que podían decir mis seres queridos, yo solo quería silencio a mi alrededor, pero aún sumida en mi silencio no era suficiente.

Pero hace un par de días atrás mis padres entraron a mi habitación con la cara seria, yo pensé que me gritarían un sermón digno de nunca ser olvidado, pero fue todo lo contrario.

Mi padre fue el primero en hablar —Morgan no sé qué pasa y no quiero obligarte a hablar de eso, pero puedo decir que estás sufriendo mucho— su mirada preocupada me duele— estar encerrada en tu habitación, apenas comer y oler tu depresión ¡Si podemos olerlo! - me asegura cuando lo miro indignada— ¿Cuándo fue la última vez que te duchaste?— pregunta a lo que desvió la mirada - ¡Vez a eso me refiero con que puedo oler tu depresión hija!

—Morgan, hija, lo que tu padre quiere decir es que no podemos verte de esta manera tan miserable— me dijo mi madre con cara preocupada-Sé que eres alguien dura mi amor, pero al parecer sea lo que sea que haya pasado entre Elizabeth y tú, te ha roto— sus ojos se cristalizan— No me gusta que mi bebé este rota, me duele en el corazón no poder cuidar tu corazoncito mi vida— varias lágrimas resbalan por las mejillas de mi madre yo me apresuro acercarme a ella y limpiarlas.

Sonrió para mi madre-Vamos mamá, no llores, ya verás qué rápido vuelvo a ser la misma de antes-le digo para tranquilizarla, pero la verdad es que nunca voy a hacer como antes.

—Oh, mi niña, yo no lo creo— me dice conociéndome bien.

Mi padre me rodea los hombros en un abrazo confortante— Queremos hacer todo lo posible para ayudarte— me dice con un tono dulce— Es por eso que queremos que te vayas un tiempo con tus tíos a la costa. Debes tener tu tiempo Morgan para pensar, meditar, aclarar tu mente organizar tus ideas y sobre todo superar este dolor-tira de mí para hacerme chocar contra su pecho en un abrazo— Quiero a mi pequeña devuelta, solo quiero que mi niña deje de estar triste— me dice apretando más su abrazo— Quiero que te tomes tu tiempo Morgan, quiero que repares lo que se haya roto dentro de ti, deseo verte feliz y sonriendo— me suelta para a cunar mi rostro entre sus manos – siempre serás mi pequeña no importa cuánto crezcas, para mí sigues siendo esa niñita de coleta que se metía en un lío nuevo cada día para después correr a mis brazos buscando mi protección— me dice tiene los ojos aguados— Por eso tienes que irte.

Contrato de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora