Golpe de gracia

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Lo único que podía hacer de momento era mirar las zapatillas de Esteban, sabía que en cuánto levantara la vista tendría un golpe más y realmente no lo iba a soportar, tenía la nariz rota, el labio partido y no dejaba de escupir sangre producto de las patadas contra sus costillas.

Su mente lo habia llevado de paseo ahora, mientras kuku se paseaba por delante,demasiado tranquilo como para tener los nudillos pelados de tanto pegarle.
empezó a pensar que en su vida iba a tener zapatillas como esas, caras, limpias. Kuku podía tener esas y muchas más, todas las que quisiera ahora que había logrado ser la única fuente de droga dentro del penal gracias a que pendejos arruinados como él hagan el trabajo sucio.

-¿me estás escuchando o no, pendejo pelotudo?-le preguntó levantandole la cabeza de los pelos.

Eso dolía, sentía el cuero cabelludo flojo aunque no tenía idea de porque, tal vez Esteban o alguno de sus hombres lo habia arrastrado del pelo antes.

Y si pensaba en el "antes" podía sentir una gran presión en el pecho.
Tan solo un par de horas antes estaba dormido,no comodo ni totalmente, pero dormía tranquilo cuando Kuku llegó.

Lo había sacado del colchón, lo habia llevado a una parte del penal que estaba desierta y lo habia rodeado con sus hombres, entre ellos su propio hermano, para darle un correctivo.

El castigo se habia dado gracias a su desobediencia el día anterior. Había ido a clases y faltó al trabajo, y Kuku no iba a perdonarle eso.

Le habían pegado tanto que podía percibir estrellas negras en su vista.
creyó haber vomitado con las patadas en el estómago y ahora no dejaba de sangrar, sangraba tanto que llegó a mancharse hasta las piernas, aunque lo que más le dolía era haber estropeado la única remera buena que le quedaba y que guardaba para volver a ver a Enzo.

Con mucho esfuerzo, agarrandose la panza, miró a Esteban que no le soltaba el pelo.

-kuku, creo que ya entendió-dijo Dario a sus espaldas. no le gustaba nada lo que estaba viendo,quería defender a su hermano, pero sabía que hacerlo tendría consecuencias para ambos.

Esteban le soltó el pelo y miró a Dario. su mente, despejada y clara porque él no se drogaba, fue rápida, y una idea se hizo lugar entre sus neuronas.

-el golpe de gracia se lo vas a dar vos ahora, por bocon

Dario miró a Mati, sangrando de rodillas, y sintió un nudo en el estómago. le llevaba cinco años y toda la vida había prometido cuidar de él aunque el pendejo,para seguirle los pasos, se la había puesto difícil.

Ahora era él quién tenía que lastimarlo, era él el encargado de que le pase "algo malo" y por supuesto, no quería.

-no,Esteban,es mi hermano...

Esteban no lo pensó mucho.
sacó un revólver de su cintura y apuntó a una de las rodillas de Mati.

-bueno, lo hago yo-dijo sacando el seguro

-¡no! ¿que haces?-gritó intentando avanzar hacía él, pero Esteban fue más rápido y lo apuntó justo en el pecho, haciendo que Dario se paralice

Sonrío. tenía siempre una mirada siniestra, oscura,una mirada que ocultaba mucho más de lo que compartía, y giró el revólver ofreciendoselo.

Dario sabia que estaba atrapado, no había alternativa, o le pegaba un culatazo o Esteban le reventaba una rodilla, y sabía que era capaz, era capaz de todo.

Tomó el arma y caminó hacia Matias que ni siquiera lo miró, sabía lo que iba a pasar, lo podía sentir en las venas, y sin embargo su mente lo llevó de paseo de nuevo pensando en Enzo, esta vez; Enzo y los hoyuelos de sus mejillas, su pelo que parecía suave y que él nunca podría tocar.
Pensó en Enzo intentando enseñarle algo, pese a saber que era un caso perdido, con una cabeza vacia que estaba a punto de romperse como la cáscara de un huevo.

Dario lo tomó del pelo con cierta delicadeza y le pegó en el medio de los ojos con la culata del revólver.

Mati perdió la consciencia en ese instante.

●●●

Despertó dos días más tarde, en enfermería.
sentía la cara hinchada y adolorida, no podía respirar con normalidad por una costilla rota y estaba tan flaco que la ropa parecía flotar de su cuerpo.

Recordaba todo, no tenía rencor por su hermano, solo quería salir de allí, la enfermería era uno de los lugares más deprimentes de todo el penal.

Como si hubiesen tenido una especie de imán que los atraía, miró instintivamente la puerta al escuchar pasos secos que claramente ninguna zapatilla de goma podía reproducir.

Enzo asomó por el umbral y al verlo despierto sonrío con alivio

-¡al fin! vine dos veces ayer y nada-dijo tomando la silla al costado de su camilla.

estaban solos,parecía que la cárcel venia tranquila esa semana.

-¿me viniste a visitar?-le preguntó sintiendo un asqueroso sabor a sangre en su lengua

-me enteré lo que pasó y quise saber como estabas-le dijo tomando asiento-estaba preocupado

-estoy joya-le dijo intentando sonreír lo que fue imposible, tenía un enorme hematoma debajo del ojo que le impedía gesticular

-¿vas a denunciar?

-me gusta que seas tan inocente-le respondió él con honestidad. Enzo era como un ángel ahi adentro

-no podes permitir que quede asi, tenes que hacer algo

-no pasa nada, estoy bien, podría ser peor-dijo aunque sabía muy bien que iba a hacer algo, y ese algo no era justamente denunciar.

-bueno...¿soy muy boludo si pregunto como te sentís?

-ahora que te veo, mejor

-que atrevido sos-le dijo sonriendo

-estoy bien, me duele todo pero me la banco

-que valiente, también...bueno, me voy que ya es tarde, no veía la hora de terminar la clase y venir-dijo levantándose

-¿y mi besito para que me sienta mejor?

-Mati...

-acá-le dijo señalandole la mejilla derecha

Enzo lo pensó.
se veía tan indefenso,lastimado, roto; tan terriblemente solo.

suspiró y se acercó a su rostro, pero no besó su mejilla, le dio un suave beso en la frente,sin saberlo, dónde Dario le había dado el golpe que lo dejó internado.

Mati cerró los ojos y aunque solo fueron un par de breves segundos, pudo sentirlo muy adentro suyo,como si los labios de Enzo le hubiesen atravesado la piel hasta llegar a su alma.

¡Me matan, limón!: 𝐞𝐧𝐳𝐨 𝐱 𝐦𝐚𝐭𝐢𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora