Ni dioses ni santos

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Enzo estaba nervioso y enojado, además de irremediablemente atrapado.

Podría simplemente negarlo, pero entonces tendría las cámaras de seguridad que lo mostraban entrando a las salas de visitas con Matías, y eso no podía pasar.

Asi que ahora ahí estaba, en una de ellas, frente a la cama, con Francisco.

el asunto era simple pero muy riesgoso, tenía que salir del penal con una bolsa de droga entre su ropa, entregarla a alguien de afuera en el bar de la esquina, y volver con la plata que era de Esteban.

-tenes que ser muy cuidadoso-le dijo Fran intentando acomodarle la bolsa dentro de la ropa interior

-puedo solo te dije-empujó su mano con asco, no quería que ese tipo lo tocara

-tenemos bastante tiempo-comentó él acomodandose en la cama

pero Enzo no tenía intención alguna de estar con nadie que no fuera Matias, asi que ya listo para empezar su trabajo con Kuku, salió de la habitación

-ya vas a caer morocho-le gritó Francisco antes de que él desaparezca por el pasillo.

Llegó casi transpirando de los nervios a la entrada dónde un guardia le sonrío

-¿cambiando de gallinita?-le preguntó haciendole firmar el registro

-¿que?

-asi le decimos a los negros de acá, los que se dejan coger

Enzo lo fulminó con la mirada, con asco, firmó y se fue, sabía que debía volver a encontrarse con Francisco dos veces por semana y eso le enfermaba, no sabia que iba a decirle a Mati, probablemente nada, no quería meterlo más en problemas.

●●●

Pero Matias más problemas no podía tener.

Se preguntaba cuánto tiempo podía estar un ser humano sin comer ni tomar agua antes de morirse.
pensaba mucho tiempo en muchas cosas desde que había sido arrojado al pozo, que no era más que una celda pequeña de cemento y humedad.

Llevaba allá dos días enteros, sintiendo el frío y las ganas de consumir guiandolo hasta la locura, y el hecho de no escuchar un solo ruido, la soledad y la desesperación solo ayudaban a empeorarlo todo.

Sabía que era de día porque por algún recoveco se filtraba la luz del sol.
podía verse las rodillas llenas de tierra y el dibujo pésimamente hecho del gauchito gil que algún preso en castigo había hecho en la pared.

Él no creía en el gauchito gil, ya no creía en nada y eso le reconfortaba, porque si algún ser superior le había metido ahi sin comida, meando en los rincones y teniendo que que convivir con ese olor le parecía un ser muy cruel, prefería pensar que eso no existía, prefería pensar que ni dioses ni santos estaban al tanto de que ese dia cumplía veinte años y que a nadie le importaba.

●●●

La puerta de hierro se abrió arrancandole un gemido de miedo, cada tanto algún guardia solía entrar a cagarlo a trompadas y ahora que estaba tan débil no creía soportarlo.

se recogió las rodillas con ambos brazos y se quedó muy quieto, casi temblando, en un rincón sin ver que quién entraba no era justamente ningún guardia.

-eh nene, mira como te dejaron-le dijo una conocida voz en cuclillas junto a él

levantó la cabeza para encontrarse con la mirada siempre nefasta de Kuku, y el hecho de que intente mirarlo con ternura lo hacía peor

-¿vos me mandaste acá?

-no, no, acá te mandaste solito, sos muy maleducado vos, eso tiene consecuencias-le dijo acariciandole el pelo roñoso y lleno de tierra -es tu cumpleaños hoy, me dijo tu hermano, él te quería venir a ver pero pensé que ibas a estar más contento conmigo-agregó y entonces de su pantalón sacó una bolsita con cocaína. Mati sr abalanzó hacia ella, pero Esteban cerró el puño-¡eh, tranquilo! ¿no tenés ganas de soplar la vela primero?

Mati ya no tenía dignidad, lo habían despojado de eso.
no quería hacerlo, le dolía engañar a Enzo, pero necesitaba drogarse, se estaba muriendo.

-¿te chupo la pija y me la das?

Esteban sonrío y volvió a sacar algo de su bolsillo.
era un alfajor y una velita

-que obsesión tenés con mi pija, estás enamorado-le dijo y luego le arrojó al piso todo, la vela, el alfajor, la bolsita y un encendedor-toma putito, festeja-agregó despeinandolo un poco

Kuku se puso de pie y caminó hasta la puerta dónde un guardia lo esperaba, pero antes de salir volteó a verlo, parecía un perrito juntando las cosas del suelo sucio

-acordate que yo fui bueno con vos-le dijo y entonces se fue.

Mati abrió el alfajor escuchando los demonios de su estómago gritar de hambre.
fue entonces cuando recordó a su abuela, la única persona de su vida que lo habia amado.
ellos eran más que pobres pero siempre se la rebuscaba para darles, a Dario y a él, un cumpleaños decente.

Dejó el alfajor abierto sobre el envoltorio, le clavó la velita y la encendió para luego tomarlo todo entre sus manos.

-que los cumpla feliz, que los cumpla feliz-cantó suave mirando la vela arder y reflejando a su vez la cara del gauchito gil en la pared-que los cumpla Matias, que los cumpla...-continuó y alzó la vista. el gauchito de pronto le parecía el diablo-feliz-terminó y entonces apagó la vela.

¡Me matan, limón!: 𝐞𝐧𝐳𝐨 𝐱 𝐦𝐚𝐭𝐢𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora