Narra Gimena.
Silencio. Silencio absoluto.
Cuatro pares de ojos nos miran buscando una explicación que, personalmente yo, no puedo dar.
Es que, ni siquiera yo entiendo todo lo que ha pasado estos últimos días con Leonardo, paso de ser un millonario arrogante que dudaba de mis cualidades culinarias al hombre gracioso con el que hablo por mensaje a diario y se preocupa por mi y claro, el que estuvo a punto de besarme hace solo unos segundos en esta mansión gigante... esto parece un jodido reality shock o la historia de la cenicienta moderna, no se cual de los casos es peor.
María (su secretaria) solo refleja intriga en su mirada, nada más.
Sebastián, por otro lado, tiene una mirada llena de burla y no si ofenderme o preocuparme.
La rubia esbelta que parece una modelo no disimula ni un poco su molestia, me mira con ganas de arrancarme la cabeza, pero el dijo que no son novios ¿debo creerle?
Y su madre, esa señora que se mantiene sin una arruga y mucho menos una cana aparte de sorpresa luce algo molesta y preocupada, supongo que entre sus planes no está ver a su hijo empresario que dirigue su imperio de vinos con una ayudante de cocina.
Es irreal, hace poco de dos semanas estaba acostumbrada a mi rutina de solo trabajar y dormir y ahora estoy en un drama con un hombre rico con el que me gusta hablar diario, solo eso, no es que me guste el.
Bueno, creo.
- No estoy para dar explicaciones a nadie - casi ladra un Leonardo malhumorado que no está lo suficientemente lejos como para no distraerme con el olor de su perfume, su olor quedo impregnando en mi debido a la cercanía.- Y Gimena tampoco. - me incluye, yo ni siquiera recuerdo como hablar.
-Tu madre y yo venimos a buscarte querido - habla la rubia fingiendo calma - aún tienes papeles para firmar con el dueño- se pega a Leonardo y entrelaza su brazo, por inercia apartó la mirada, siento una punzada de molestia y no entiendo el porqué.
Me aparto, como si verlos juntos me causase un daño físico.
Obvio que son novios y si no lo son, están cerca de serlo.
Me siento tan incómoda y fuera de lugar con la mirada despectiva de la señora Rinaldi sobre mi, a otra persona que no le caigo muy bien por lo visto.
- Gimena, podría acompañarte a la piscina si así lo deseas - se ofrece Sebastián muy amigable y me esta salvando de tan incomodo momento.
-Te agradezco, estaba en el baño pero esta casa es grande y no recuerdo bien como regresar - le susurró y no puedo evitar reír y el me acompaña.
Puedo sentir la mirada de Leonardo en mi pero no puedo darme el lujo de mirarlo con esa rubia esbelta pegada a el, es difícil de soportar.
-No te avergüences querida, es obvio que nunca haz estado ni cerca de una mansión de ésta magnitud, es normal que te pierdas - la señora me explica fingiendo una amabilidad con la que solo busca humillarme.
-¿Vamos? - me pregunta María y yo afirmo con la cabeza ignorando a la madre de Leonardo, mientras que Sebastián camina a mi lado.
Logro respirar nuevamente cuando salimos a la zona donde se encuentra la piscina, Beatriz al verme se acerca con rapidez ignorando por completo a todas las otras personas que caminan junto a mi o detrás de mi y puedo ver esa expresión de burla en la mirada.
-Tu admirador millonario no deja de mirarte- se mofa pero yo solo guardo silencio, lo único que deseo es irme pronto a casa.
Hay una gran incomodidad en el aire que mi jefe y compañeras de trabajo no llegan a percibir... por suerte.
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Mi salvación
RandomDaño tras daño, herida tras herida, abandono tras abandono enseño a Gimena a no confiar en el amor, ni nada relacionado con el, su vida ha sido dura y difícil, encontró la forma de salir adelante, con una pasión por la gastronomía que la mantenía v...