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115 d.C

Los aullidos reverberaron por los rincones de la fortaleza, mas me sumergí en el frenesí que sosegaba mi agitación. Una vez que la esencia blanca empapó mis manos, me puse de pie y me encaminé hacia la estancia de mi hermana, buscando rastros de su recuperación.

Ingresé sin expectativas claras, anticipando el rostro contrariado o apesadumbrado de Rhaenyra. Al cruzar la puerta, me encontré con la impactante escena de mi hermana, con el labio sangrante y mi padre a punto de descargar otro golpe, desatando una furia desconocida. Antes de que su mano pudiera repetir su cólera, intervine, aferrando su brazo con firmeza, imponiendo mi fortaleza incluso sobre su vigor en tiempos de salud.

-No puedes hacer eso - expresé con firmeza.

La risa despectiva de Viserys resonó, mientras el rostro de Rhaenyra mostraba sorpresa y temor. ¿Dónde estaba Aemma en este momento? ¿Cómo permitía que este tirano la ultrajara?

-Soy el rey y hago lo que me plazca. Si deseo golpear a mis hijos, lo haré; y si quiero decapitarla por deshonra, así será - replicó, liberándose de mi sujeción.

-Sobre mi cadáver - afirmé sin vacilación, aunque mi aversión hacia Rhaenyra no justificara su muerte.

La incertidumbre se cernía sobre nosotros: ¿cómo reaccionaría Daemon al enterarse? ¿Aegon estaba al tanto de la crueldad de su progenitor?

-Padre - gritó Rhaenyra -Mi hermano es un príncipe, un intrépido guerrero que ha triunfado en varias batallas, mientras tú ni siquiera has ganado una.

Las palabras de "su niñita" parecieron herir a Viserys.

-Te casarás con ser Leanor Velaryon esta semana - ordenó el rey -No quiero que te acerques a Aegon ni a Aemond.

Viserys me lanzó una mirada amenazante, instándome a seguirlo. No puedo creer que esté a punto de emular a Aegon por una vez en mi vida. Mi padre susurró algo a los guardias de los aposentos de mi hermana, quienes me dirigieron una mirada y asintieron. Maldito viejo, ojalá muera pronto, pero no tan pronto como para ajustar al borracho inútil de Aegon antes.

-Ve a buscar a Aegon.

Lo haré sin que me lo pida. Tendré que ir en busca de mi hermano y cambiar los planes, pero antes pasaré por la habitación de Daeron. No permitiré que se case con el extraño, pues si eso sucede, significa que Rhaenyra se irá a Marcaderiva. No podré visitarla a menos que sea algo importante, como el nacimiento de un bebé. Y pensar de nuevo en bastardos me enferma, no me agradan los mestizos.

Sabía exactamente dónde encontrar a mi hermano, probablemente en Pozo Dragón o en algún burdel. Estaba demasiado encantado con Nyra; dudo que busque a otra. Además, no es Helaena, así que no sucederá.

Me dirigí a Pozo Dragón sin despedirme del viejo de Viserys. Se nota que no me quiere ni en esta vida ni en la otra. Se atreve a llamarme inútil, pero me pregunto, ¿quién es el inútil aquí? ¿Quién permite que su hija más hermosa se case con cualquier tonto? Ella está destinada a un Targaryen, y sin la sangre del dragón, su vida es un desastre, demostrado al entregarse a Harwin Strong. Hablando de él, en cuanto lo encuentre, lo despido o lo desvivo, pero jamás en el mismo lugar que mi hermana. No tendrá la suerte de tocarle ni un pelo.

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