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La mandato proviene de mi madre, por ahora solo nosotros somos conscientes de la defunción del monarca, mi madre y mi tío se encargan de resguardar el cuerpo, emulando la acción de Alicent antes de arrebatar el trono para mí

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La mandato proviene de mi madre, por ahora solo nosotros somos conscientes de la defunción del monarca, mi madre y mi tío se encargan de resguardar el cuerpo, emulando la acción de Alicent antes de arrebatar el trono para mí.

Daemon insiste en que ocupe el Trono de Hierro como su guardián, un título que una vez perteneció a mi hermano. Palpo la corona, apreciando cada detalle, cada símbolo de cada casa en Westeros y me cuestiono: ¿Dónde estarán? ¿Estarán a salvo? De todas formas, eso es lo único que importa.

—Envíen cuervos a cada señor y señora del reino. Quien disponga de información sobre el paradero de los príncipes será recompensado —pronuncié finalmente. El reino está en una situación delicada y en cuestión de días, las noticias sobre el fallecimiento del rey caerán en malos oídos, al igual que la muerte de Otto.

Mi tío asiente y gesta con la cabeza en señal de aprobación, mientras que mi madre se queda fijamente mirando un punto en la mesa. Sigo su mirada y veo el mapa del continente, ella está contemplando Harrenhal.

Por un instante no lo pienso, pero algo en mi interior me empuja. Alys Rivers, la hechicera, podría estar en su búsqueda. Aunque, si mal no recuerdo, Aemond había mencionado que estaba desaparecida o simplemente se estaba ocultando de él. Es difícil creer que esté muerta o algo por el estilo.

—Iré a Harrenhal —anuncio captando la atención de los presentes—. Creo que sé cómo encontrarlos.

Daemon no parece convencido, pero no me importa. Cuanto antes encuentre a mis hermanos, más pronto restauraremos la normalidad. Mi esposa y yo seremos coronados, y todos serán felices.

Me dirijo al Pozo Dragón en busca de Sunfyre, mi pequeño tesoro. Todo se siente vacío sin los dos dragones que faltan; por ahora, solo quedan cuatro.

—Skorverdon, Harrenhal —susurro a mi dragón una vez que se calma.

El frío y desolado ambiente de las ruinas se hace presente una vez aterrizo con Sunfyre. Este parece inquieto y fija su vista en una de las torres. La observo, pero no hay nada, no hay nadie. Así que, a ciegas, me encamino hacia allá. Hay muchas escaleras; subo el primer escalón y me doy cuenta de que es solo el primero de cientos. Me consuelo sabiendo que valdrá la pena. Finalmente, llego a la puerta y esta se abre sola. En mi campo de visión, aparezco yo sentado en una silla, rodeado de cuerpos calcinados, y veo a Rhaenyra justo frente a mí, en su versión adulta. Sus guardianes sostienen a Aegon el Joven, quien intenta salvar a su madre. La culpa me invade por milésima vez. No vi al niño. ¿Qué diferencia tenía yo de Otto?

—Querido hermano, esperaba que estuvieras muerto —pronuncia Rhaenyra sin emoción alguna.

No siente nada por mí, al menos no en esa vida.

—Tú primero, eres la mayor.

—Me complace que lo recuerdes —dice de la misma forma—. Parecemos tus prisioneros, pero no creas que nos retendrás por mucho tiempo. Mis hombres leales vendrán a buscarme.

—Si te buscan en los Siete Infiernos —me burlo, y finalmente doy la orden para asesinarla.

Todo desaparece antes de que ella sea consumida por las llamas, pero vuelve otra vez, otra visión ante mí: Rhaenyra y Daemon en Rocadragón.

—¡No puedo matarlos, son mi sangre! —grita y se aleja antes de que Daemon pueda tomar su brazo.

—¡Te han usurpado el trono! Han asesinado a tu hijo, ¡y aún quieres ser benevolente con ellos! —grita de la misma forma mi tío—. Hijo por hijo, fue justo.

—No lo fue, era mi sobrino. Tal vez no hable con ellos, pero siguen en mi corazón —susurra finalmente.

Lo último cae como un baldazo de agua fría sobre mí. Ella no dio la orden; ni siquiera deseaba el trono más que la destrucción de nuestra familia. Pero nosotros lo arruinamos. El último sentimiento de cariño que tengo por Alicent desaparece de inmediato. Ella me llenó la cabeza en contra de mi hermana.

—¿Qué te trae por aquí? —una voz me saca de mis pensamientos, y al volver la mirada ya no hay nadie, solo una mujer que conozco muy bien.

—Alys —pronuncio—, necesito tu ayuda.

Esta deja escapar una carcajada sin gracia y fija sus ojos verdes en mí por unos segundos hasta acercarse.

—El rey necesita ayuda de una bruja —pregunto—. ¿Por qué?

—No encuentro a mis hermanos —confieso—. No sé si están bien. Es urgente.

—Están más que bien —responde—. ¿Qué obtengo a cambio?

—¿Qué quieres? —no soy capaz de prometer nada y decir "te daré todo lo que quieras".

—Bueno, no puedo pedir una vida, porque la daréis pronto. En ningún universo existiréis los tres juntos. Estáis destinados a esto —susurra lo suficientemente alto como para que yo escuche.

—¿Puedo dar mi vida? —no sé si es una pregunta o una súplica.

—No, la magia ha elegido —responde—. No te diré dónde están. Si lo hago, acelerarás la muerte. Pero si hay algo que tienes que hacer, es tomar la corona.

—Por los dioses, Alys, te daré todo lo que quieras —suplico ahora de rodillas—. En cuanto mi hermana y yo reinemos, puedo hacer que seas la señora de Harrenhal.

—Un niño viene en camino —dice ignorando—. La danza de los dragones se acerca.

 La danza de los dragones se acerca

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Se viene lo bueno.

Que guapo que es Tom, mi futuro esposo y padre de mis hijos.

Por cierto me hice el vestido de la segunda temporada de Rhaenyra (el del póster) tengo tantas ganas de enseñarlo (no lo verá nadie)

Esperó que os guste el final de esta historia (es lo único que si me gusta)

Clinex porfavor.
💋

Dragons are Back +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora