Un joven aventurero fue arrastrado a las violentas Tierras Intermedias, regresa de su imposible odisea como el nuevo Elden Lord a su tierra de origen.
Orario recibe la llegada de un poderoso guerrero digno de ser portador del Elden Ring
Un nombre extraño, pero se veía demasiado popular, el olor delicioso de la comida, el olor a alcohol, el cálido sentimiento de un hogar y la risa de los clientes lo hizo un lugar sumamente comodo
Bell con una sonrisa en su rostro y con los ánimos arriba por la linda noche entro al local, recibió una cálida bienvenida por una mujer con rasgos felinos y cabello castaño, su actitud alegre y juguetona hizo sonreír al Elden Lord... La alegría era algo que realmente extrañaba, desde que llegó a las sanguinarias Tierras Intermedias realmente había olvidado lo que era una sonrisa
Llegó a la barra y recibió el menú, pidió de todo lo que había en el menú... El olor de la comida realmente abrió su apetito y llevaba meses comiendo basura, realmente extraña la comida casera... La sonrisa de la que parecía ser la dueña del local lo hizo sonreír igualmente
–Oye chico, no te había visto antes... ¿Eres nuevo en la ciudad?- pregunto la mujer que vestía un vestido de sirvienta de color azul oscuro y un delantal blanco... Era una mujer enana que realmente la palabra enana era cuestionable, grande y musculosa, impone una gran fuerza lo cual muestra que es una aventura retirada
–Llevo una semana en Orario, así que algo así- las palabras del peliblanco hicieron sonreír aún más a la dueña
–Soy la dueña del local, puedes llamarme Mama Mia... Mi casa es tu casa, eres bienvenido siempre y cuando no rompas nada y puedas pagar lo que consumas- la enana extendió su mano y ambos se dieron un apretón de manos, un gesto de saludo pero a la vez de respeto
Finalmente llego la orden de Bell, un poco de todo... Cerdo, res, pescado, pollo, pastas y ensaladas, todo se veía y olía delicioso, Bell no tardó en clavar sus dientes en la comida... Todo era delicioso, el sabor era inmejorable, tanto que tenía ganas de llorar
–Delicioso, ¿verdad?- pregunto Mama Mía con una sonrisa qué mostraba orgullo
–Vayan preparando una segunda ración, no pienso parar- dijo Bell mientras sacaba de su bolsillo una gran cantidad de valis haciendo que la enana sonriera
Los clientes vieron asombrados como aquel pequeño peliblanco devoraba cada centímetro de carne, parecía tener un hambre infinita, simplemente no paraba ni para beber la cerveza que le habían ofrecido... Incluso parecía que no tomaba pausas para respirar, solo se sumergia en la deliciosa comida frente a el
Pero el peliblanco estaba en su mundo, sus mejillas dolían por masticar por más de una hora pero al final logró acabar con ambos festines el solo, al final todo explotó con los gritos de los clientes borrachos que vitoreaban el hecho de ver a alguien comer su peso en carne
Los aplausos de la gente desconcertaron al peliblanco qué bebía una jarra de cerveza mientras veía a los aventureros celebrar su gula
Su sonrisa era imborrable, sentir la alegría del bar lo hacia demasiado feliz, la comodidad y tranquilidad lo hacían sentir pleno, había olvidado lo que era la sencillez de la vida... Con un último trago se recostó sobre la barra y suspiro
–Me encanta mi vida- con una sonrisa comenzó a jugar con una moneda de valis mientras la hacía rodar en su mano
–Parece que te diviertes- comentó la enana con una blanca sonrisa mientras veía la expresión relajada del albino
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