¿Y si...casi nos besamos? ¿Y si...casi morimos?

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Mateo: 

Bueno, pues ahí estaba llevando a Marta a casa de Noah porque se había ido de casa.

―A ver....―dije por quinta vez―Sigo si entender la razón

―Bueno, vamos allá otra vez―dijo suspirando― Esta mañana cuando te he colgado he llegado tarde para ir a despedirme de mi hermano, entonces se han enfadado, yo les he dicho que porque me tienen que hablar así y me han castigado, y pues... Me he ido

―Es que no lo entiendo―dije finalmente

―¿Qué no entiendeeees?

―¿Te has ido solo por una discusión?

―Yo emmm... han sido más cosas―murmuró

Por fin, me gustaría que se sincerara conmigo.

―Mis padres...

¡¡¡¡¡PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII !!!!!

Frené de golpe debido al pitido del coche de atrás, resulta que estoy a punto de chocarme con los peatones.

―¡¡¡MIERDA!!!!―grito

Algunos de los peatones me miran extrañados, otros preocupados, algunos sorprendidos y luego está una madre que va con su hija, que le tapa los ojos a la niña, me saca el dedo del corazón y me grita algunas cosas que no entiendo. A los segundos me acordé de que Marta estaba a mi lado y no la oía ni respirar. Mierda mierda (Dimito, no se puede con estos dos)

―MARTA, ¿ESTÁS BIEN?―La agarre de los brazos y empecé a moverla para ver si reaccionaba

―PARA PARA PARA, QUE ESTOY BIEEEEN ―gritó mientras la balanceaba de lado a lado

―Oh

Empezó a reírse y como respuesta solté un suspiro, no sé si de estrés o de alivio.

―¿Por qué te has quedado quieta durante tanto rato?―pregunté volviendo a arrancar

―No sé, me he dado en la cabeza y luego....―dijo ella

―¡¿QUÉ TE HAS DADO EN LA CABEZA?!―grité

―No es para tanto―explicó ella negando con la cabeza

Aparqué el coche rápido como pude y me giré para verla.

―Enséñame la cabeza―dije

Debió ver que no iba a convencerme porque giró la cabeza, ay no, tenía una parte de la frente rojísima.

―No me duele―mintió

―Mientes muy mal

Y volví a arrancar el coche para ir en dirección a casa de Noah. Aunque antes iba a pasar por el supermercado.

―¿Qué hacemos aquí?―pregunto intrigada

―Espérame, vuelvo enseguida

Entre a la tienda rápida y compre una bolsa de hielo. Fui un poco más rápido de lo normal y le di con orgullo la bolsa.

―Póntela donde te has dado el golpe―le dije

Ella me miró extrañada y sorprendida, dios, ni que fuera la primera vez que le hicieran un favor

―Gracias―y parecía muy sincera

Me alegro de que sea sincera, esta vez. No sé cómo lo hacía, podría mentirme de la manera más descarada posible y seguía sin enfadarme.

Pronto llegamos a casa de Noah, no dijimos casi ninguna palabra en todo el viaje. Cuando se bajó del coche yo también lo hice, en realidad no tenía que bajar, pero me apetecía despedirme mejor que la otra vez.

Nuestro primer veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora