🎸 26. Volverte a oír

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(Ventino)

ALEX

Sebastian cierra la puerta y da un largo suspiro de resignación. Es obvio que su fingida actuación de hermano protector, le ha costado un buen esfuerzo después de todo el trabajo que ha hecho para deshacerse de la obsesión que tiene por protegerme.

Pero, aun así, se lo agradezco.

—Deberías hablar con él.

Doy golpecitos con el pie en el suelo, sin despegar la vista de este movimiento.

—Lo sé.

—Y deberías volver. Es tu casa Álex, has puesto tiempo y esfuerzo en eso.

—Lo sé.

—Y trata de escucharlo. De escucharlo de verdad. No cierres... —Hace una pausa, hasta que levanto la vista y nuestras miradas conectan—. No cierres la puerta antes de tiempo, Álex. Eres una chica lista, piénsalo bien.

Me extiende un papel doblado que sostiene entre sus dedos. Escuché la conversación escondida tras la puerta, pero no sabía con certeza lo que le había entregado, y me sorprende ver que es algo tan sencillo como un papel. Algo tan sencillo como Max.

—Puedes quedarte aquí esta noche, pero no me hagas mentirle a Borja otra vez o te echaré de esta casa en 2 segundos, ¿me entendiste?

—Sí, hermanito —bromeo con una pequeña sonrisa.

Le había pedido que no le dijera nada para que Max no viniera a buscarme más temprano, porque sabía que llegaría en algún momento. Así es él.

Estoy feliz por Seb, aunque ahora me sienta desdichada. Borja ha sido una enorme influencia positiva en él, y me alegro de que estén siendo muy felices.

Siento envidia de que puedan disfrutar de su relación sin estar constantemente preocupados por cosas externas. Solo disfrutando el uno del otro.

Voy hasta la que fue mi habitación antes de tener mi propio hogar y me recuesto en la cama. Pongo mis audífonos sobre mis oídos y retomo la melodía que estaba oyendo antes de que Max interrumpiera de improvisto en casa de mi hermano.

Su voz rasgada y grave suena con potencia tras su guitarra eléctrica, cantando esas canciones que dice que escribió para mí. Algunas lágrimas se deslizan por el costado de mis ojos, y me siento ridícula por estar llorando con una canción de rock.

Intenté escapar, pero por más lejos que quisiera ir, su voz me perseguiría allá a dondequiera que fuera.

Tomo el papel que aún guardo en mi bolsillo, porque no tenía el valor de abrirlo y leerlo.

Esperaba una carta, palabras escritas en una narrativa normal que me dijeran cómo se sentía o alguna explicación, pero por supuesto, fui ingenua.

Max jamás escribiría una carta. Escribiría una canción.

El papel tiene borrones y anotaciones por todas partes, como si al momento de escribirla no lograra llegar a un acuerdo consigo mismo. Sus personalidades batallando en una canción.

Pero entre tachaduras y borrones, voy leyendo la letra, imaginando que melodía lo acompañará, o como sonará en su voz solo con su guitarra acústica.

Me duele el pecho y no aguanto las ganas de llorar mientras leo y releo la canción una y otra vez, casi con una melodía en mi cabeza que no existe, pero ahí está.

Me pregunto si algún día llegaré a escucharla. Es posible que sí, y tal como sus otras canciones, lo siga oyendo en todos los rincones del mundo.

Porque lo que Max crea desde su corazón, siempre lo convierte en un éxito.

[2] En mis canciones©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora