🎸 45. Naufragio

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(Maxi Vallone)

MAX

Borja lanza su teléfono al aire y lo agarra al vuelo, generando el único sonido en el salón desde hace un par de minutos. Álex se comunicó con su hermano hace unas semanas solo para decirle que estaba bien, a pesar de los ruegos de Sebastian no pudo sacarle la información de donde estaba o no nos lo quiso decir. Espero que no sea lo segundo porque si no, no podré perdonárselo.

Sigue muy enfadado con Borja, pero, aun así, le escribió para darle esta noticia. Fue un alivio saber que estaba bien, pero en mi interior seguía persiguiendo respuestas que necesitaba encontrar.

—¿Ya hablaste con Sebastian? —pregunto.

Borja deja caer el teléfono cuando escucha ese nombre. Se agacha para recogerlo mientras se aclara la garganta.

—Solo ha respondido algunos mensajes, pero no quiere contestar mis llamadas.

—¿No has ido a verlo?

—No voy a rogarle si no está dispuesto a hablar las cosas. Al parecer tiene mala memoria —masculla, algo molesto. Pero en el fondo sus ojos reflejan la preocupación que tiene por esta pelea.

—Lo lamento.

—Deja de culparte por cosas que no son tuyas, mejor sigamos pensando.

Pensando.

Eso es lo que hemos hecho las últimas semanas para obtener noticias de Álex, además de un estoy bien.

Ya hablamos con Dalia y con Sam para saber si han tenido noticias de ella, pero parece que Álex solo se ha comunicado con su hermano hasta la fecha. El enojo de Dalia es reflejo de que efectivamente su amiga no la ha llamado y en cuanto a Sam, el alivio de saber que no estaba perdida fue demasiado notorio.

Fuimos a su casa, donde solo quedaban los muebles que alguna vez compraron, mientras que el resto de sus cosas habían desaparecido. Por lo visto puso la casa en venta y la agente que llevaba la propiedad, dijo que solo se habían comunicado por correo electrónico y un par de llamadas.

Incluso fui hasta casa de su madre. En el último lugar donde ella estaría, pero estaba tan desesperado que no tuve más alternativa que ir hasta allá, pero para mi sorpresa, no había nadie. Los vecinos dijeron que se había marchado hace unas semanas y no saben nada más.

Un cosquilleo en la nuca me remueve, convenciéndome de que es algo raro.

Así que aquí estamos nuevamente con mi amigo, pensando en donde diablos puede estar esta cerebrito malcriada.

—Ya hablamos con todo el mundo. Si Álex decide no aparecer, no la encontraremos —reflexiona Borja—. Tiene dinero y además es lista, sabrá cómo esconderse sin que nadie lo sepa.

—Pero ¿por qué? Es lo único que quiero saber.

—Rubia maldita —Se queja mi amigo, exasperado—. De seguro está ahí, observándonos, viendo como perdemos la cabeza por encontrarla mientras se ríe en nuestras narices.

—¿Cómo?

—Ya sabes, una hacker. —Se encoge de hombros.

—¡Eso es! —exclamo, con una absurda luz de esperanza—. ¡Eres un genio, Borja!

—Eso ya lo sé, pero ¿por qué?

—Tienes razón. Si no quiere que la encontremos, no lo haremos hasta que ella decida venir hasta nosotros. La única forma es que la obliguemos a salir.

—Okey... —dice Borja, con algo de desconfianza, ¿y cómo haremos eso?

—De la única manera en que sé que podría involucrarse —aseguro, mientras miro la ciudad desde lo alto de mi ventana—. Exponiéndome.

[2] En mis canciones©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora