🎸 43. Ven

202 24 27
                                    

(Cami)

ALEX

—Alégrate, Alexandra. Ya no volverás a verme —dice mi madre, con una enorme sonrisa—. Al fin te librarás de mí, como siempre quisiste.

—No sé qué ganas con todo esto. —Estoy aferrada al volante de mi auto después de pasarme varios días encerrada en esta casa, hasta conseguir filtrar la información que Henry Campbell quería. Se han enviado directamente a Petersen, que seguramente está preparando alguna exclusiva ahora.

—Mucho. Después de tu movida, mi vida se fue a la mierda. Ahora me vengaré de todos los que me dieron la espalda y a Henry también, mientras nosotros al fin tendremos algo de paz. —Mi madre gira su rostro, y mira a Henry que sube unas cosas al auto de mi madre, donde planean montarse y subirse a un avión, antes que todo salga a la luz otra vez.

—Te vas a arrepentir, mamá. Vas a pagar de la misma forma en que me trataste todos estos años.

Pongo en marcha el vehículo, y salgo de ahí, derrapando los neumáticos en el asfalto. Tomo mi teléfono para llamar a Max y advertirlo de lo que pasará en las próximas horas, pero está descargado y no traigo mi cargador encima.

Conduzco hasta llegar a su departamento, y luego de engañar al portero que, para mi suerte, es el mismo del otro día, me deja entrar sin anunciarme. No quiero que Max me rechace antes de escucharme.

Subo nerviosa por el ascensor. ¿Por qué el maldito tenía que vivir en un departamento en la última planta? Aunque no sé si es la altura o el encuentro el que me tiene así. O quizás son ambas cosas.

Toco su timbre, y tomo aire esperando el momento. Oigo sus pasos, la puerta y lo veo.

—¿Álex? —pregunta, con un tono en que pareciera que está asegurándose que soy yo la que está frente a él.

Ya no lleva ese horrible parche en el ojo. Solo unas cintas transparentes que cierran la herida. Se ve bien, huele bien. Parece que está por salir a algún lugar.

Baja el teléfono de su oído, y quiero saber con quién estaba hablando. ¿Será Nina? ¿Alguna otra chica?

—¿Qué haces aquí? —insiste.

—Yo... —titubeo.

¿Qué voy a decirle?

No tengo explicación creíble para lo que acabo de hacer sin revelar que fue su propio padre quien me obligó a hacerlo. Eso lo destruiría.

No puedo hacerlo. No puedo quitarle esa felicidad que tanto le costó encontrar.

—¿Viste mi...?

Decirle la verdad está fuera de toda posibilidad, así que hago lo más egoísta que podría hacer en este momento.

Cruzo el umbral de la puerta y lo beso.

Aferro su rostro entre mis manos y lo acerco tan de golpe que Max solo alcanza a tomar aliento de sorpresa antes que mis labios choquen con los suyos. Se recupera rápidamente, y con un brazo me rodea la cintura y el otro cierra de un sonoro portazo que hace eco en toda la habitación.

—Álex... —susurra, alejándose de mí—. ¿Qué estamos haciendo?

—Cierra la boca —demando, atrapando sus labios.

Lo hago retroceder hasta dar con un pilar que separa el salón de la cocina abierta. Paso mis manos por su cuello y los bajo, recorriendo sus brazos hasta llegar a sus manos. Tomo el teléfono que lleva en la mano y lo dejo encima del mesón de la cocina. No quiero que nada nos interrumpa ahora.

[2] En mis canciones©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora