XXVI

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El cielo se empezó a tornar de tonos anaranjados indicando el atardecer, el peli-negro que se encontraba admirando la ciudad desde la ventana del vehículo seguía preguntándose a donde lo estaba llevando su padre.

De todo el rato que llevaba ahí no había más que un silencio incómodo entre ambos, era entendible, jamás habían tenido una pelea así de grande. Aiden siempre fue una persona con una gran paciencia, así que el hecho de que haya golpeado a su hijo era una muestra de la incontrolable ira que poseyó.

Kody jamás fue el mejor demostrando sus emociones, siempre había una barrera que se aseguraba que jamás salieran a la luz sus verdaderos pensamientos y esta vez no era la excepción. El tenía claro que no había sido honesto estos últimos años con su papá, con sus amigos y con Lumine.

Era su manera de proteger a los demás de su propio dolor y miseria.

— Llegamos.- salió de sus pensamientos al oír la voz de su padre.

Se encontraban afuera de un edificio, uno con una estructura antigua y sin vida, con un color baige desgastado que le terminaba de dar el toque de apagado.

Su padre le indicó que se bajará del auto y lo siguiera, el solo obedeció su orden y entraron a la propiedad. En el vestíbulo había una secretaría al que su padre se dirigió, ella le dio la indicación de que podían pasar.

Ya adentro el peli-negro echo un mejor vistazo al lugar. Eran unas oficinas aburridas, apenas habían almas y las que habían parecían con algún tipo de desgracia o dolor.

Pararon al llegar a la puerta de una, cuando vio el nombre grabado en la placa que colgaba al frente suyo pudo entender todo.

— ¿Que mierda hacemos acá.- se dirigió furioso a su padre.

— Esta es mi condición para que vuelvas a casa.- hablo en un tono frío.

Soltó una risa sarcástica, estaba furioso, simplemente no quería estar en este lugar y ya lo había dejado muy claro anteriormente.

— El doctor Adrián se especializa en los problemas irá y depresiones, es el mejor de la ciudad. Si hay alguien que te puede ayudar es el.

— ¿Cuantas veces te dije que no quería un puto psicólogo? ¡Puedo manejarlo solo!- Kody sabía que no podía solo, pero jamás confío en los psicólogos, siempre creyó que no eran más que manipuladores saca dinero, o al menos eso decía su madre.

Se mantenía con su actitud y mirada serias, con un toque de enojo, tenía cara de que me haría entrar a esa habitación cueste lo que cueste.

- Entrarás.- ordeno.— No te lo repetiré otra vez, entras o te puedes ir olvidando de tu padre, tu casa y todos tus caprichos.

Normalmente Kody le hubiera ganado el orgullo y se hubiera ido del lugar, pero ahora tenía claro que el orgullo no le iba dar de comer, así que se tragó el orgullo y decidió entrar. En total no se dejaría manipular.

Aiden golpeó la puerta y fue abierta por un hombre que se veía más o menos de 30 máximo 40 años. Era un hombre perro de estatura alta y cabello café claro al igual que su barba. Llevaba lentes y una carpeta con expedientes en su mano, nos dedicó una sonrisa y nos indico que pasáramos.

— Tu debes ser Kody.- le dijo dedicándole una sonrisa.

— ¿Es muy obio?- recibió una mirada molesta de su padre después de decir esto, pero la verdad solo quería terminar con este asunto lo más pronto posible e irse de una buena vez a su casa.

El señor solo soltó una mini risita y se dirigió a Kody.

— Veo que es alguien bromista, me agrada.- se acercó.— Permítame presentarme, me llamo Adrián y soy su psicólogo asignado. Espero que nos llevemos bien.— Acercó su mano a Kody para estrecharlas. El peli-negro lo dudo un poco, pero termino accediendo.

𝒩ℴ𝓉 𝒜𝓃𝓎𝓂ℴ𝓇ℯ (kodime)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora