⊲╾───┈┈ CAPÍTULO IX┈┈───╼⊳

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Todo se miraba hermoso desde el punto de vista de Elenna, nunca se cansaba de presentar a su esposo con orgullo frente a sus amigas. Presumía de su anillo y de todo lo que ahora le correspondía, en especial de su nueva casa, donde según ella en menos de un año tendrían a su primer hijo.

Agares solo escuchaba con paciencia, esperando que ella se perdiera en su conversación para por fin alejarse y prender un cigarrillo, caminando hasta salir de la fiesta para tomar un poco de aire y descansar de su esposa. Irónicamente estaban frente a donde había sucedido el incidente, en el jardín de la iglesia más grande que se encontraba en la plaza central.

Frente a él, pasando la calle estaban las puertas cerradas del teatro, no habían risas, ni música, no había absolutamente nada que lograra poner un poco de color en el panorama desolado de aquella tarde. Él caminó un poco más, parándose frente a las puertas, las empujó y para su sorpresa no había nadie que estuviera vigilando, por supuesto todos estaban en la gran fiesta.

Entonces solo tuvo la compañía del ecco de sus pasos, miró con mucho detalle el escenario, justamente donde Ethan solía ensayar y quejarse, reír o descansar después de tanto trabajo. Le daba algo de calidez recordar las veces que habían estado solos, en un silencio largo de palabras mientras él tocaba suaves melodías y Ethan escuchaba o bailaba, ambos disfrutando de sus compañías.

Se acercó al piano para sentarse una vez más, acariciando sus teclas. Terminó su cigarrillo y comenzó nuevamente, tenía que terminar de escribir la composición que había iniciado.
Media hora le tomó terminar de escribirla, incluso ya podía escuchar su nombre al otro lado se la calle, seguramente lo estaban buscando porque ya era ora de marcharse, el tren partiría en veinte minutos.

Todo lo dejó escondido; el poema, las partituras de la composición pensada en él, la misma que al inicio tenía un ritmo más alegre pero el final transmitía melancolía. Todo lo colocó en un sobre junto a algunas joyas y un anillo, un anillo que había pertenecido a su familia por generaciones, esperando que Ethan pudiera encontrar el escondite ya que era el único que sabía de su existencia.

—¿El hueco que tiene el piano en su cajita no afecta el sonido?

— No, pero deberías de tener cuidado al apoyarte en esa zona, te puedes lastimar.

— ¿Preocupado? Pastelito.

Recordó aquella conversación, quizás fue una de las más largas. Dejó el sobre en el interior del piano de cola, introducido con cuidado por ese singular hueco, solo Ethan se habría dado cuenta por lo observador que era, y esperaba que por la misma razón algún día encontrara todo, para así poder formalizar su despedida.

Salió del teatro y le dio una última mirada antes de caer en cuenta de lo que estaba en el centro de la plaza, justo a un lado de la gran fuente.

Un muchacho que lloraba desconsoladamente abrazado a las piernas de su amor, quien yacía sin vida en la horca, colgado por su castigo. El castigo que ambos habían recibido por amarse y ser dos hombres, con la diferencia de que la familia del más joven había podido comprar su inocencia. No había manera de consolar al enamorado más joven, su mundo había sido asesinado frente a sus ojos, el hombre con el que solía reunirse todas las tardes en el bosque para pasar horas juntos, entre besos, caricias inocentes que delataban su amor recíproco, ambos estaban tan enamorados, incluso habían planeado una posible fuga en secreto, solo esperaban tener el dinero suficiente para irse lejos, muy lejos.

Lamentablemente ese día nunca llegó, ahora estaban separados para siempre y ninguno tenía consuelo, ni siquiera el abrazo unilateral por parte del más joven le daría fuerzas para seguir adelante. Ni el llanto que se prolongó por horas, ninguna amenaza, ni el frío de la noche, no harían que  lo deje solo, nada lograría mover al muchacho más joven hasta que su amado fuese enterrado correctamente, para así poder comprarle flores hasta que volvieran a encontrarse, quizás en otra vida. Algunos amores están destinados a encontrarse, amarse con locura con cada pedazo del alma que poseen, pero no están destinados a permanecer juntos.

Agares salió de su trance quando sintió una mano tocar su hombro, una cara conocida le dio un poco de esperanza cuando sin decir nada dejó un papelito en la palma se su mano antes de irse.

Nuevamente alguien toco su hombro, logrando hacer que volteara hacia la derecha rápidamente pensando que sería la misma persona, Agares estaba listo para empezar con la ronda de preguntas, pero lamentablemente solo se  encontró con el rostro confundido de su esposa.
— ¿Quién era ese chico? Nunca lo había visto.

— No es nadie, el tren está por partir.

Se despidieron de sus familias, prometiendo mandar una carta apenas llegaran a su nuevo hogar. Agares extrañaría sin duda a sus hermanos y hermanas, pero no podía hacer más que haberle dejado a Eyra la tarea de cuidar de Ethan, por lo menos él tendría quien pagase siempre sus fianzas después de sus protestas.

Subieron todo su equipaje y se sentaron en sus respectivos lugares, ella apoyada en su pecho mientras lo abrazaba y él solo miraba por la ventana cuando el tren empezó su andar, apretando con fuerza aquel papelito en su mano, como si alguien se lo fuera a quitar, esperando con impaciencia un momento a solas para leerlo.

Las vías del tren pasaban frente al hospital y la cárcel, Agares estaba atento para ver si tenía un poco de suerte.
Aún a través de su ventana pudo ver un pequeño grupo de personas reunidas en la salida de la cárcel, la familia de Ethan que le daban nuevamente la bienvenida. Ver esa escena le trajo una sensación de tranquilidad enorme, su musa estaba a salvo, libre y lista para traer la primavera de vuelta. Ethan estaba listo para llenar de colores la vida de todos los que lo rodeaban, y por supuesto nunca se rendiría tan fácilmente en ninguna de sus luchas. Solo el sonido del vapor del tren lo distrajo de sus pensamientos, dirigió su mirada hacia su esposa y encendió un cigarrillo, comprendiendo que sus destinos se habían separado para siempre.

𖣌֍ MI DEVOCIÓN ࿑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora