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2. ¿a quién le dijiste molesto?

Septiembre 2023, Eliminatorias sudamericanas. Enzo nunca se iba a cansar de volver a casa junto al amor de su vida.

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- Originalmente publicado el 12/09/2023.

—¿A quién le dijiste molesto vos? —preguntó Julián.

Antes de siquiera terminar de entrar a la habitación, Enzo escuchó ese tonito y supo que se le venía la noche. Vio la mano de Julián pasar a su lado y cerrar la puerta de un golpe, dejando su habitación compartida del predio de la AFA en silencio, apenas los murmullos de sus compañeros en los pasillos escuchándose de fondo.

Enzo tragó saliva. Julián le puso el cerrojo a la puerta.

—Enzo —dijo Julián—. Te hice una pregunta.

Enzo tembló cuando sintió el aliento caliente de Julián en su hombro, su cuerpo tan cerca a su espalda, prácticamente pegado al suyo, su perfume picante y amaderado inundando sus fosas nasales. Dios, cómo le gustaba ese perfume y Julián lo sabía, y lo usaba siempre para él cada vez que se veían. Enzo pensó que podría emborracharse con el olor de Julián y abrazar esa resaca con total felicidad.

—A vos —contestó Enzo en un murmullo—. A vos te dije molesto.

La risita de Julián, casi imperceptible, chocó contra su hombro. Enzo miró para abajo cuando sintió una mano en su abdomen, acariciando sin hacer presión, solo apareciendo ahí para hacerle saber que en este juego siempre el que salía perdiendo era Enzo, por mucho que Julián le hiciera creer lo contrario a veces. La mano de Julián seguía protegiéndose del frío envuelta en el puño de la manga y Enzo no pudo evitar sentir ternura, porque él hacía lo mismo también, pero las manos de Julián siempre estaban heladas por naturaleza.

—¿Y a vos te parece bien decirme eso? —preguntó Julián, acompañando su tono de voz con una caricia de su mano que lo llevó hasta el borde de los deportivos de Enzo. El menor se mordió el labio por la anticipación de todo lo que se venía, de todo lo que podría hacerle Julián según lo que él respondiera.

—Sí —respondió Enzo—. Porque sos un molesto a veces.

—Mm —murmuró Julián con curiosidad.

Enzo soltó un jadeo cuando la mano de Julián lo rodeó y apretó con fuerza a la altura de su entrepierna, delineando el relieve que se estaba formando ahí simplemente por escuchar la voz que usaba Julián para ponerlo como un camión. Julián no lo acarició con otro propósito que no fuera para provocarlo y calentarlo, así que las caderas de Enzo se empezaron a mover en busca de más.

—¿Te parezco molesto ahora? —preguntó Julián con su cara en el omóplato de Enzo.

Enzo se lo podía imaginar con los ojitos cerrados, las cejas arrugadas en un gesto de concentración, la cara de nene bueno completamente olvidada para darle paso a lo que él sabía que era una mueca de completo poder. Para Enzo era todo tan simple cuando se trataba de Julián, que no importaba que el mayor no estuviese a la vista, él sabía con exactitud qué cara pondría Julián según la situación. Se lo sabía de memoria. Se lo había estudiado con gusto porque Julián era su materia favorita.

—Un poquito —contestó Enzo con una sonrisa, porque tenía todas las de perder y todo le iba a costar caro, lo cual no era un problema para él, ni jamás lo sería. Estar en manos de Julián era el placer más divino para Enzo.

El bulto en los deportivos de Enzo ahora era más pronunciado gracias a las constantes caricias de Julián. El cordobés lo abrazó de la cintura con su brazo libre y lo apretó más a su cuerpo, robándole un suspiro cuando descubrió su mano de la manga y la metió en la ropa interior de Enzo para acariciar su pija endurecida. Enzo se mordió el labio y miró el puño de Julián moverse abajo de su ropa mientras lo masturbaba y sintió la firmeza de la entrepierna del cordobés contra la curva de sus nalgas.