7. sos el paisaje más soñado

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Septiembre 2024, Eliminatorias sudamericanas. Por Enzo, Julián siempre era su mejor versión.

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Julián estaba nervioso por primera vez en su vida antes de reencontrarse con Enzo después de casi dos meses separados.

La última vez que lo había visto fue en Estados Unidos, después de ganar la Copa, disfrutando del poco tiempo que les quedaba para compartir juntos antes de que Julián tuviese que irse a los Juegos Olímpicos y Enzo a prepararse para la pretemporada del Chelsea.

Enzo estaba tan feliz, yendo a todos lados con la medalla de campeón en su cuello, sonriendo bajo el sol de la playa, disfrutando de estar juntos, que Julián no tuvo peor idea que ser un pelotudo y borrar esa sonrisa de su cara cuando le dijo:

—Creo que voy a jugar en España.

Se acordaba de que estaban en un yate, en el medio del mar, la costa de Miami en la lejanía, y Enzo estaba bailando para él bajo el sol mientras tomaba del champagne que les habían dejado preparado, con la piel llena de marcas que había dejado Julián, los lentes de sol escondiendo sus ojos, pero su sonrisa gigante era lo que más le gustaba.

Julián estuvo como diez minutos mirándolo, tirado en una reposera, deseando tocar y besar toda esa piel, pero con la mitad de su cabeza en otra parte, en la Selección de los Olímpicos, en Madrid, en las llamadas que había estado teniendo con su mánager, en los mensajes insistentes de sus compañeros de Selección que jugaban allá.

Lo había retenido por mucho tiempo, tratando de no llegar al punto de que Enzo lo mirara con esa cara. Había esperado el momento perfecto para tirar la bomba, pero el filtro de cerebro a boca lo tenía bastante atrofiado.

—¿Qué? —preguntó Enzo, descolocado.

Julián apretó los labios cuando el menor apagó el parlante y la música se cortó de golpe, dejándolos en el extremo silencio de la naturaleza y el medio del mar. Enzo dejó su vaso olvidado en el descanso del yate y caminó hacia él.

—Tengo casi todo arreglado para jugar allá —dijo Julián.

—Creí que solo eran rumores —comentó Enzo. Julián se encogió de hombros y jugó con los cordones de su malla con tal de no mirar al menor. Error gravísimo, porque Enzo se sacó los lentes y rodeó su antebrazo con una mano—. ¿Hace cuánto lo sabés?

—Días nada más —contestó Julián, tratando de defenderse ante el posible reclamo de que se lo había escondido. Iba a tener razón, porque lo había hecho de alguna forma—. Sabía que te ibas a poner así, por eso no te lo dije antes.

—¿A qué te referís con así? Me lo estoy tomando bastante bien, considerando que te lo escondiste.

—Por un par de días —se quejó Julián—. Y no es la primera vez que vamos a estar en dos países distintos.

—Eso no quiere decir que no me cueste estar lejos de vos —discutió Enzo. Julián no supo qué decir, así que se quedó callado. El menor soltó un quejido y se cruzó de brazos—. No me molesta que te vayas a jugar a otro lado, Julián. Pero me hubiese gustado saberlo.

—Pero lo sabés, literalmente te lo acabo de decir.

—No te hagas el boludo, sabés a qué me refiero —lo cortó Enzo, tajante—. Siempre hablamos de las decisiones que tomamos en cuanto a nuestras carreras. No dejamos que nuestra relación influya en eso, pero nos contamos las cosas. Esta vez no me contaste nada, Juli. Hasta ahora.

celeste, blanco y dorado campeón » julienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora