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BUENOS AIRES, ARGENTINA

Florencia estalló en carcajadas al leer aquél mensaje directo y ladeó el teléfono para que la morocha a su costado lo leyera también. ─ ¿Viste, Emilia?, ¿qué te dije yo?. Mi hermano le iba a decir, solito haría el papel de preocupado seguramente y su respuesta a la historia que subí no iba a tardar mucho en llegar. Está re pendiente de lo que hago.

─ Y vos estás pendiente a ver qué te responde ¿o no? ─ le retrucó la ojiverde, dejándola sin palabras y expuesta ante su interés escondido por el tatuado. La castaña callada bloqueó su teléfono y quiso desmentir aquélla falsa acusación, pero Emilia no había terminado de hablar ─ ¿Estás segura de seguir con este jueguito que te inventaste?.

─ ¿Tengo cara de tener compasión por él? ─ replicó con otra pregunta Florencia, su contraria negó con la cabeza al escucharla hablar tan firme y demostrar un carácter inquebrantable ─ Bueno, ahí tenes mi respuesta. El chabón pensó que era venir, hacerse el más pijudo para conquistarme y que con dos polvos ya estaba perdonado ─ elevó la diestra a la altura de su rostro e hizo montoncito mientras atrapaba el labio inferior entre sus dientes con gracia ─ Como dice la famosa frase: "La venganza es un plato que se sirve frío" y yo me voy a vengar de todas las que me hizo.

𝐋𝐈𝐒𝐁𝐎𝐀 | Nicolás OtamendiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora