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Nicolás bajó apresurado hasta el living luego de leer el mensaje de Florencia a través de la barra de notificaciones, lo había visto justo cuando salía de bañarse y claramente aún no estaba preparado para recibirla. Las manos no le alcanzaban para acomodar el tremendo quilombo que tenía en el lugar. Toda la tarde se quedó durmiendo en los laureles, confiado que llegaría con toda la preparación para pasar una noche especial junto a la castaña y disfrutar de su compañía. Pero se equivocó y calculó mal los tiempos.

Aún así, le ganó a todo pronóstico negativo y tuvo el espacio impecable para darle la bienvenida. Inclusive prendió la televisión y puso su playlist favorita de Spotify para que el silencio no fuera una tortura.

El sonido del timbre a los minutos resonó por el hogar anunciando la llegada de su invitada, Otamendi caminó sonriente en dirección a la entrada y sin hacerla esperar mucho, le abrió. Cuando sus ojos la descubrieron, no tuvieron autocontrol y le realizaron un efímero análisis de pies a cabeza. Vestía una remera cortita color blanca, la cuál dejaba al descubierto sus hombros y la mayor parte de su abdomen, un jean básico tiro bajo y unas zapatillas Jordan clásicas. Un look simple, pero que ante los ojos del morocho la hacía lucir como la mujer más hermosa del mundo.

𝐋𝐈𝐒𝐁𝐎𝐀 | Nicolás OtamendiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora