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«No soy fría por falta de sentimientos, sino por abundancia de decepciones»



—Toma.

Lancé uno de los trajes que son para el desierto. Los había visto en una tienda. Según la señora, son térmicos y otro puñado de cosas que no entendí pero supe que eran importantes para estar en el desierto. Decidí comprarlos a pesar de tener un precio que daría un susto grande a mis padres.

Matt lo miró un momento, curioso.

—¿Esto qué es?

Lo miré con aburrimiento.

—Es un traje que nos servirá para no morir en el desierto. De nada.

El ser más comunicativo de la historia

¡Eh! Respondí lo que preguntó.

Hizo una mueca de confusión pero lo tomó, por lo que me fui hacia el baño con el mío.

Me lo puse a tiempo récord y cuando salí, Matt ya tenía el suyo puesto. De hecho, me causó algo de gracia verlo juguetear con él, es demasiado curioso. Aún así, lo miré con indiferencia y le señalé la puerta.

—Vámonos antes de que anochezca.

Luego de eso me volteé y salí, sin esperar respuesta.

Desde que pasó lo de esta mañana, ambos no habíamos cruzado ni una sola palabra hasta ese momento. Yo desconfiaba de él y él de mí. Incluso pienso que estamos llevándonos peor que cuando nos conocimos.

Siempre siendo carismática

Cállate.

Te encanta decirme eso

(...)

Los trajes funcionaban de maravilla.

Te mantenían hidratado y evitaba la insolación, por lo que me era perfecto para mí. Estábamos bastante cerca del lugar a donde nos dirigíamos, el pueblo de Doúlos estaba a medio día de distancia. Al menos eso nos decían los viajeros con los que nos topábamos.

No hablamos durante todo el viaje. Solo había silencio y no fue incómodo, ya que estábamos en el desierto, en lo único que se podía pensar era en sobrevivir.

Suena muy fácil caminar en el desierto. Solo hay arena y calor, caminar sería lo único complicado. Debo decirte que estas equivocado.

Alguien nos perseguía. Al menos eso se lograba predecir.

Mientras caminábamos entre las partes más rocosas, podía ver por el rabillo del ojo sombras pero cuando me daba la vuelta ya no había nada. Aunque no pensaba decirle a Matt, no confiaba en él. Podía incluso ser alguien que conocía. No lo sabía, pero prefería no arriesgarme.

El viaje tampoco fue tan sencillo en el sentido de hacer equipo.

Ninguno confiaba en el otro.

En lo absoluto.

Sobre todo cuando llegamos a una pared de roca, no había otra forma de cruzarla que escalar.

Tragué saliva con dificultad.

—Tú primero—dije, intimidada por la gran pared frente a nosotros.

Matt resopló.

—No, tú primero.

Lo miré con frialdad.

—No, tú primero—dije secamente.—tranquilo amnésico, no intentaré matarte aunque lo desee demasiado.

Los nobles: ¿Who am I...? © ✔ [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora