Katniss

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Peeta no me respondió el mensaje, ni ha llamado, o se ha pasado por aquí. Su silencio era ensordecedor. Y su ausencia en mis días dejó un agujero en mi corazón. ¿Pero vagar por mis días sabiendo que fui yo quien lo echó? Eso era lo peor de todo. Todo estaba aparentemente bien, cada recuerdo tan fresco y crudo que dolía cuando pensaba en él. Muchos de mis recuerdos lo incluían. La visión de él en su traje de baño azul marino cuando aprendimos a surfear, sus ojos sonriendo de alegría cuando montaba una ola. Luego los recuerdos más oscuros.
La mirada vacía en su rostro en el funeral cuando el ataúd fue enterrado. Quería quitar todo, reemplazarlo con nuevos recuerdos. Mi corazón era mi peor enemigo. Y el jodido traicionero seguía jugando. Estuve tan desesperada por escuchar que me dijera que era todo para él, que dijera que no podría vivir sin mí y que soñaba con que fuéramos reales como yo lo hacía. En todos los meses que habíamos tenido que estar en secreto, había fantaseado con que podía ser yo la que se quedara dormida en sus brazos todas las noches, y fuera la única en deslizar mi mano dentro de sus boxers cuando despertara inquieto. Y en la noche, calmarlo como solo yo podría. Quería compartir comidas y risas, y mirar televisión juntos. Quería construir una vida con él. En cambio, me estaba preparando para una cita con otro hombre. Gale McDuff, el tipo con el que Courtney me había emparejado cuando finalmente cedí. Dije que sí sobre todo para quitármela de encima, y porque no tenía una respuesta de por qué no quería ir. Por lo que ella sabía, yo estaba soltera. Y lo estaba. Por eso me pesaba.
Revisé mi apariencia en el espejo. Estaba vestida con un par de vaqueros, sandalias y una camiseta de manga larga. Octubre traía un aire más fresco. Había secado mi cabelló y apliqué un maquillaje ligero. Estaba tan lista como nunca. Gale y yo nos reuniríamos en un pabellón exterior del parque para un concierto. Una banda de local iba a tocar esta noche, y los escuché una o dos veces. Eran bastante buenos, pero sobre todo pensé que esta cita sería mejor que estar sentada frente a un tipo extraño en un restaurante tranquilo, tratando de hacer una conversación. Escuchar música, en mi mente, equivale a una conversación menos incómoda. En el último segundo, pensé en dar marcha atrás, pensé en cancelar. Pero luego revisé mi teléfono y todavía no había nada de Peeta... entonces, me fui.
Reconocí a Gale por la imagen que Courtney me había mostrado y lo saludé con la mano desde el otro lado del parque mientras me abría paso por la hierba que nos separaba.

—Hola, viniste —dijo, sonando sorprendido.

—Claro. Es un placer conocerte. —Ofrecí mi mano y la sacudió—.¿Buscamos un lugar para sentarnos? —Estacionar me había tomado más tiempo de lo que pensaba y el parque se estaba llenando: mantas y sillas estaban esparcidas por todo el lugar.

—Por supuesto. Pensaba en sentarnos por aquí. Gale se giró y se dirigió al lado del pequeño anfiteatro. Tiré un extremo de la manta playera que había estado sosteniendo bajo mi brazo, y él me ayudóa extenderla.

—Traje postre y vino. ¿Espero que esté bien? —dijo Gale, sentándose a mi lado.

—Suena genial. —Diez puntos por ser considerado. Diez más por ser aún más lindo en persona de lo que había imaginado. Tenía un hoyuelo en el lado izquierdo de la boca cuando sonreía, lo cual era a menudo. Abrió una pequeña hielera y sacó dos mini botellas de vino blanco helado.

—Espero que no te importe beber de la botella —añadió, girando la parte superior y entregándome una.

—No, para nada. —La acepté y tomé un pequeño sorbo. Fue fresco y refrescante.

—También espero que no te importe que no tenga idea si esto se combina con el vino, pero se veía tan bien que no me importó.

—Sonrió nuevamente y colocó un recipiente con una rebanada gruesa de pastel, junto con dos cucharas, en la manta—. Cheescake de chocolate blanco.

EverlarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora