Capitulo 13 Las bellas luces de febrero.

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- Ya viste este?

Me encontraba en la plaza comercial donde estuve la última vez comprando los adornos para navidad. No estaba solo, me acompañaba Leah. Puesto que le prometí aquella vez que la llevaría de nuevo a esta plaza para que pudiera ver todo lo que quisiera, y ahí estábamos.
Ella estaba tan feliz como niña pequeña en juguetería, -Nunca entendí por qué le gustaba tanto ver todos los productos en las plazas, pero me bastaba el verla feliz- se había detenido en una tienda de peluches y me estaba mostrando uno en forma de hamburguesa.

- Si, lo puedo ver. Pero dudo que sea de tu agrado, no te gusta nada «grasoso».

- Eso no quita que me parezca lindo.

Continuamos caminando y sinceramente no tenía nada pensado para hacer ese día, tan solo quería caminar junto con a ella y cumpliendo aquella promesa que le hice. Pero no podía dejar de mírala por una razón, claro que una de ellas era por qué estaba hermosa, ¿y como evitar mirarla?... Pero la razón por la que no dejaba de mirarla era... Por lo que Pau me comentó: Su enfermedad.
No había tocado el tema todo enero, y fue algo tan difícil, porque no podía estar sin saber que realmente estaba pasando con ella. Pero había prometido no preguntar ni decir nada. Quise pensar que el solo hecho de mirarla notaría algo extraño, notaría algo diferente que me ayudara a saber de una vez por todas de que puta enfermedad se trataba... Pero de poco sirvió, Leah se notaba como siempre, sin ninguna señal que me hiciera sospechar de algo extraño... Pero entonces, si no se nota diferente a como es, ¿De que se trataba?

- ¡Mira! -Oí gritar a Leah jalándome del brazo- Vamos a ver.

Así, me llevo hacia un grupo de chicos que estaba armando un Cubo Rubik, -¿Enserio?- al parecer estaba en una tipo competencia, ya que no éramos los únicos que estábamos viéndolo.

- ¿Que tiene? -Pregunté sin muchas ganas-

- ¿No te gusta ver esta clase de competencias?

- Para nada, son súper aburridas.

- Habla más bajo, -Decía mientras me daba un codazo- te van a escuchar.

- Sonreí - Leah, créeme, la mayoría de los que están acá piensan lo mismo que yo.

- Ahora ella sonreía - ¿No te gustaría saber armar el cubo?

- Sería lo último que haría en el mundo.

- ¿Por qué?

- Porque es aburridísimo, y aparte estresante. Ya lo he intentado, y créeme, no es para mí.

- Rio - Ya veo. Pues a mí sí que me gustaría aprender a armarlo, se ve interesante.

Con ello dicho, giramos y nos alejamos de toda esa gente que estaban mirando a esos chicos armar su cubo.
Continuamos caminando y Leah miraba y miraba más cosas que había en la plaza, nos tardamos un poco, pero poco después, salimos de la misma.
Así, el ya ser un poco tarde invite a comer a Leah en un puesto de hot dogs de una señora que solía ponerse fuera de la plaza. Cominos dos cada quien y después lleve a Leah a su casa.
No pasó gran cosa, caminábamos mientras ella me agarraba del brazo y yo dándole mi chaqueta para cubrirla del frío, como ya era costumbre, ella nunca llevaba algo para el frío. -Mi pequeña chica desastre favorita- Una vez llegando a su casa, me dio mi chaqueta y nos despedimos. Una vez más, sonreía por verla y también por el poder ver qué llegaba sana y salva a su casa.
Pero mientras caminaba, seguía con ese pensamiento... No podía sacarme de la cabeza que Leah tuviera una enfermedad, y mucho menos el no saber de cuál se trataba. Me ponía a pensar desde la primera vez que la conocí, de todas esas salidas que habíamos tenido, tratando de recordar algo extraño que haya visto y pasado por alto... Darme una pequeña pista sobre de que podría tratarse, pero nada... No había nada.
Al llegar a mi departamento, me puse el pijama, lave mis dientes y me metí a la cama. Pasándome las manos por la cara y mirando el techo, no podía sacarme ese maldito pensamiento... No quería pensar en nada malo, tan solo deseaba que no fuera tan grave y, que ella estuviera bien.

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