Capitulo 14 De vuelta a casa.

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Me levanté muy temprano al día siguiente. Leah seguía durmiendo cuando desperté, acurrucada en mi pecho y abrazándome. Nunca olvidare esa escena: “Despertar y lo primero en mirar ser a Mi Otra Mitad del Cielo”.
No quise despertarla, así que hice el menor ruido posible, pero no podía dejarla sola en el sofá, opte por cargarla y sonreí cuando recibí como respuesta un gruñido al moverla. Así, entre mis brazos, la lleve hacia mi habitación y una vez estando ahí, la tape con un par de cobijas, quería que estuviera bien. Y solo así, pude salir tranquilo.
Quería hacerle algo para desayunar, así que iba camino por las cosas que necesitaría; esperaba que no pensara que la había dejado, por las dudas había dejado junto a la cama una nota mencionándole que no tardaría. Me sentía feliz, lleno de alegría… Algo que, sinceramente olvidaba como se sentía. A cada persona que veía en la calle la saludaba, le regalaba alguna que otra sonrisa, ¿Y como no estar feliz? Si ahora ya tenía novia, y sabiendo que era la indicada.

Regresando al departamento coloque las compras que hice sobre la mesa de la cocina, fui de inmediato hacia mi habitación para corroborar que Leah siguiera ahí y no se habría marchado… Y fue así, ahí estaba, dormidita. -Joder, que tierno es verla dormir- No quise despertarla o molestarla en su sueño, así que solo sonreí y salí de la habitación. Leah me había comentado por mensaje que una de las cosas que le gustaba en este mundo era «Dormir», y era cierto, no lo hacía nada mal. En diferentes ocasiones menciono que era de sueño profundo, era una de las razones por las que siempre llegaba tarde a clases.
Suspiré y volví hacia la cocina, lave mis manos para empezar a preparar el desayuno que tenía en mente y así, comencé. Al terminar de hacer el desayuno, no sé si fue el olor de lo que estaba cocinando, o el ruido que hice, -Que no fue mucho, me había encargado de hacerlo lo más silencioso posible- o si fue simplemente su despertador… Pero note que la puerta de mi habitación se habría. Leah estaba saliendo de ella bostezando y estirándose, un poco despeinada, con la misma ropa que la noche de ayer, pero con el mismo rostro hermoso que la caracteriza.
— ¡Buenos días! -Dije con una sonrisa de oreja a oreja- Me tome el atrevimiento de preparar el desayuno.
Ella no respondió, pero me regaló una sonrisa como respuesta.
— No sabía muy bien que es lo que se te antojaba, así que opte por unos grandiosos hot cakes con miel o lechera y una buena taza de café con leche. Ahora sí, a desayunar que se enfría todo. Toma el plato que quieras.
— Joan, los dos son iguales. -Sonrió divertida-
— Puede que tengan una diferencia y aún lo la notes.
Así, ambos tomamos un plato y fuimos hacia el sofá donde dormimos la noche anterior. Tomamos asiento y Leah comenzó a buscar algo en la televisión, yo, comencé a comer lo que había preparado.

— Esto te va a gustar, querido novio. -Decía mientras seguía buscando-
Cómo me encantaba que me llamara de esa forma, es decir, solo llevábamos un día de novios, pero… Aunque era la primera vez que lo decía, a partir de ese momento, siempre me sentiría completo al escucharlo de su voz.

— Sonreí — Espero y te guste el desayuno, querida novia.

— Nuevamente, sonreía — Ya lo creo, como la primera vez que preparaste algo, esto huele delicioso.

Al momento que ambos teníamos nuestro plato comencé a observar la televisión, no sabía muy bien lo que había puesto… Pero era de esperarse… Nuevamente estaban los cuatro chicos de Liverpool, pero en el vídeo que puso Leah se veían un poco más grandes: uno de ellos con traje y barba, otro con un abrigo de color café -Sinceramente me gustó el abrigo que llevaba- y cabello largo, otro con el mismo tipo de abrigo pero de color negro… Y el último llevaba una chamarra de color rojo brillante. Parecía que estaban en un concierto, puesto que en el vídeo se podía observar cables regados por el piso, amplificadores… En fin, todo lo que se necesita para un concierto. Lo raro es que no había gente.

— Y… ¿Le están tocando al cielo o que? -Dije mientras comía-

Leah me miró con mala cara, yo reí.

— Para nada, están en su último concierto desde su azotea de sus estudios de grabación… Fue algo súper loco. Un 30 de enero de 1969 en punto de las 11:00 de la mañana, The Beatles estaba dando el que sería su último concierto.

— Ya veo… Que buena memoria tienes. Ojalá y así fueras para la escuela. -Bromee-

— ¡Claro que lo soy! -Dijo a la defensiva-
Reí más con el tono que uso. Y, tras un momento de silencio, volvió a hablar.

— Suspiró — Sinceramente, la mejor época del mundo… No conozco nada más hermoso que una canción de The Beatles.

— Yo si que conozco algo igual o más hermoso que una canción de ellos.

— ¿Así? ¿y que es? Porque dudo que lo haya.

— Eres tú… Tú eres igual o más hermosa que una canción de The Beatles.

Leah sonrió, y colocó su cabeza sobre mi hombro… Al separase acomodo un poco su cabello y continuo comiendo.

Estuvimos así por un rato, hasta que terminamos de comer. Me levanté para lavar ambos platos y dejar todo limpio. Leah seguía viendo videos sobre esa banda y, sinceramente, sus canciones alegraban el departamento, hacia que quedarán más limpios los platos.
Cuando termine, fui de nuevo al sofá y tome asiento nuevamente al lado de Leah.

— Ya debemos irnos. -Dije mirándola-

— ¿A dónde?

— Tú a tu casa, ya deben estar preocupados tus papás, y no quiero que te regañen por mi culpa.

— No creo que me regañen, pero creo que si debo ya de regresar. -Sonrió hundiéndose de hombros-

— Bueno, -Me puse de pie- pues andando… Su carruaje está afuera esperándola.

— Pero… ¿Crees que me pueda dar un baño antes de irme?

— Sonreí — Leah, eres mi novia… -Que bien se escuchaba eso- Ahora todo lo que yo tenga es tuyo, de hecho, antes de que fueras mi novia todo ya era tuyo. Puedes hacer lo que quieras, este ya es tu departamento también.

— Sonrió — Gracias, Joan. Peeero… Entonces mientras me baño no quiero que estés espiando, ¿Eh? -Dijo cruzando los brazos-

— ¿Qué yo que? -Dije ofendido- ¡Nunca haría eso! Bueno, al menos que tú me lo permitas, claro.

— ¡Joan!

— Que es broma, -Reí- mientras te bañas iré por algo, no tardaré.

— Está bien.

Así, salí nuevamente del departamento, cuando fui por las cosas para el desayuno vi a una señora vendiendo ropa, así que decidí ir esperando todavía encontrarla. Y así fue, quería comprarle un pantalón a Leah, ya que llevaba puesto el vestido que había llevado a la exposición, y quería que estuviera más cómoda, así que opte por comparárselos.
Una vez teniendo el pantalón en manos, me dirigí otra vez al departamento. Al entrar, Leah ya estaba afuera, caminando hacia mi habitación.

— Espera… -Dije al verla- Mira, te compre estos pantalones para que estés más cómoda y no uses lo mismo de ayer.

— Joan, no hacía falta, podía ponerme de nuevo el vestido, no pasaba nada.

— Yo sé que no pasaba nada, pero quería que estuvieras bien. Así que toma, y espero y los aceptes, porque la señora que me los vendió me dijo que no había reembolso.

— Sonrió y los tomo — Gracias, Joan.

— No hay nada que agradecer. Si quieres, en el armario que está junto a mi cama hay muchas playeras, escoge la que más te guste y póntela. -Sonreí mientras tomaba asiento- Tómate tu tiempo, estaré esperando aquí, sentadito y tranquilo hasta que salgas.

— Vaaale. No tardaré mucho.

Después de un par de minutos, Leah salió de mi habitación mientras se seguía secando su cabello. Quedé nuevamente hipnotizado cuando la vi salir… Llevaba los jeans que le había comprado, y había elegido una de mis playeras favoritas: “La playera que tenía estampado al grandioso Joey Jordison”.

— Buena elección de playera. -Dije  sonriendo-

— ¡Tienes muchas playeras increíbles, Joan! Pero de todas, mi favorita fue esta.

— La mía también lo es, y lo será aún más ya que tú la usaste. Bueno, pues vámonos.

Así, salimos del departamento, el coche de John seguía aparcado justo donde lo había dejado, abrí la puerta a Leah y después subí yo. Al momento de conducir puse algo de música para ambientar el camino y ahí, mi querida novia comenzó a platicar conmigo.

— De todos los libros que has leído… ¿En esta realidad serías un villano o un héroe?

— Definitivamente un villano.

— ¿Por qué? -Preguntó sorprendida- ¿No es mejor ser el héroe?

— Reí — Para nada… Como se ve que no has leído nunca.

— Me miró con mala cara — ¡Claro que he leído!… Ya casi termino el libro que me prestaste.

— Vale, vale. -Suspiré- En los libros lo han dicho, y es verdad… “Prefiero ser mil veces un villano, porque el héroe sacrificaría a su amada por salvar al mundo… Un villano sacrificaría al maldito mundo por salvar a su amada”. -La mire- Eso yo haría contigo… Si, talvez con esa frase sonare como un maldito egoísta de mierda, pero no sabes lo que el mundo significaba para mí, no era nada… Hasta que llegaste tú. Tú si que significas mucho para mí… Haría lo que fuera para que siempre estuvieras a salvo.

Leah me miraba con una expresión muy tierna, regalándome la sonrisa que tanto me gustaba.

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