Avanzadilla

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Base militar del ejército de tierra.
España.
5 de febrero, 2014.
1446.

- ¡Hernández! ¡Ni se te ocurra escaquearte!

Agoney frenó sus pasos lentamente, casi con hartazgo, se cruzó de brazos y enarcó una ceja para mirar a su superior, el cual le hacía señas para que se acercara de nuevo al grupo.

- Vamos tarde, Ricky. Los aviones tienen que salir pronto y ya nos hemos hecho una toda la brigada.

- ¿Y qué? No es solo la foto de la brigada antes de las misiones, también de mi sección porque, como imagino que sabrás, es la mejor del mundo. Tenemos esa tradición y te deniego rotundamente el permiso para romperla -le recriminó mientras colocaba el trípode y cuadraba bien la imagen para asegurarse de que toda la multitud salía correcta en la pantalla de la cámara- ¡Vamos! ¿A qué esperas? No pienso repetirlo dos veces. Soy tu teniente, es una orden.

Agoney rió por lo bajo y soltó su mochila en el suelo junto al trípode antes de acercarse a la treintena de personas que conformaba la sección I de la división Guepardo de la brigada Carlos III, que ya habían empezado a ponerse en posición para inmortalizar aquel momento. El sargento primero se colocó en una de las esquinas, junto a la fila que estaba formada por los diez miembros de su pelotón. Apoyó su fusil en el suelo, miró a su lado y cruzó una mirada con el más joven de ellos, quien le dedicó una media sonrisa con un pequeño brillo canalla en sus ojos castaños que conocía como si fuese su propio reflejo.

- Ni se te ocurra. Tajantemente no.

- ¿El qué? -dijo el chico frunciendo el ceño.

- Es tu primera foto oficial de una misión, Ezra, no quiero ni una sola mueca. Te quiero ver serio y cuadrado. Sé profesional que esto queda guardado para la posteridad y las futuras generaciones no tienen que ver tu cara fea haciendo burlas a la cámara.

- Pero ¿Cómo...? -se sorprendió de que hubiese leído sus intenciones sin haber dado ninguna muestra de lo que pensaba hacer- Qué asco me das, jefe.

- Aún estoy a tiempo de dejarte en tierra. Tú verás lo que haces.

- ¿Serías capaz de cargar con la culpa de dejar en tierra a tu soldado favorito, jefe? -le chantajeó mostrando una sonrisa exagerada.

- Mi ¿Qué?

- No finjas que no es verdad. Además, si eludes la pregunta me das la razón ¿Lo sabes?

- No me tientes, sabes que sí podría dejarte aquí. Le prometí a tu madre que para su desgracia te devolvería con ella, me sería más fácil cumplirlo.

Ezra guardó silencio unos segundos y soltó una carcajada.

- Nah... No podrías, me echarías demasiado de menos ¿Qué coño ibas a hacer tú en Somalia sin mí cuando te aburras de tanto mirar las dunas? Lo que yo no entiendo a día de hoy es por qué tienes que hablar nada con mi madre.

- ¿Qué es lo que os he dicho más de una vez? Que en vez de un pelotón a mi cargo tengo un ¿Qué?

- Un patio de colegio -completó la frase con tono infantil.

- Pues eso, esto es como en el cole, la información importante de los peques se le da a los padres.

- Ja, ja... El más gracioso de la base eres -ironizó- pero que no hace falta que me mientas, jefe, si lo que ocurre es que eres mi nuevo padrastro no me voy a enfadar. Yo me alegro por mi madre.

Élite Secreta: Misión Somalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora