Pesadilla

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Madrid.
25 de febrero.
2014.

Agoney abrió los ojos por enésima vez aquella noche. No se había mirado aún a ningún espejo, pero no le hacía falta para saber las horribles ojeras que debía tener. Había pasado toda la noche entre malos sueños y despertares bruscos. No podía cerrar los párpados sin que a los pocos segundos comenzara a ver explosiones, a sentir el calor del fuego y a oír los gritos desgarradores, por lo que no logró pasar más de media hora dormido del tirón. Aquello no era algo nuevo, pues las últimas noches habían sido exactamente igual a esa y ya no se sorprendía, pero su cuerpo parecía ir acumulando ese cansancio por si por algún motivo a él le daba por olvidar que le era imposible descansar.

Miró por la ventana y vio que ya se reflejaba la primera claridad del día tras la persiana, así que comenzó a incorporarse poco a poco. La cabeza le daba vueltas, su garganta estaba seca y todo su cuerpo se quejó agudamente de ese movimiento tan simple. Cuando logró sentarse en el borde de la cama, tuvo que quedarse varios minutos agarrado al colchón y con los ojos cerrados para que el suelo dejara de moverse. Esperó paciente a que esa sensación se disipara, pero no fue demasiado efectivo, así que con pasos tambaleantes, salió de la habitación y se fue al baño.

Agradecía no tener espejo allí, pues no tenía ni la más mínima gana de ver qué imagen tendría, así que abrió el agua fría, formó un cuenco con las manos y se la echó en la cara. Esperó unos segundos para habituarse a la temperatura y volvió a repetir el proceso. Se secó y dejó la toalla mal tirada en un sitio al cuál ni siquiera miró. En otras circunstancias, ese lavado con agua fría habría bastado para despejarle lo suficiente y llevarse los rastros de sueño, pero no era ese el caso. Ahora parecía no haber nada que se llevara lo que sentía pegado a su cuerpo, a sus hombros y a su conciencia desde hacía ya varios días.

Arrastró los pies hasta la cocina y miró todo por encima. Había algunos utensilios apilados en el fregadero esperando ser lavados en algún momento y envases acumulados sobre la encimera que hacía tiempo deberían haber estado en la basura. Los miró durante unos segundos, como si logrará hacer que ellos gestionaran por sí solos con algún truco de telequinesis. Decidió ignorarlos una mañana más y abrió el frigorífico para buscar algo aceptable como desayuno. Sin embargo, no había nada que le abriese el apetito, así que volvió a cerrar la puerta de la nevera y se dirigió al salón. Allí, un rayo de sol se le clavó en la pupila por culpa de haberse dejado las cortinas descorridas la noche anterior. Era un rayo tímido, débil, pero él lo recibió como un fuerte impacto que le taladró las sienes y le provocó un desagradable pinchazo en la cabeza.

Se llevó las manos a la cara y dejó ir un fuerte suspiro. Cerró las cortinas con cierta rabia y volvió a la cocina para coger un vaso y llenarlo de agua. Abrió la caja de analgésicos y tomó uno de los comprimidos sin pensárselo dos veces. Se sentó en una de las sillas y se terminó el vaso de agua del tirón, considerando que eso sería el desayuno de ese día. Sabía que no había mirado la hora que era antes de esa nueva toma de medicación, pero el malestar que sentía era una justificación más que suficiente para él. Se quedó mirando el vaso, con la mirada perdida en el cristal mojado y valorando el volverse a la cama hasta que su cuerpo le pidiera levantarse de nuevo. Sin embargo, el timbre que resonó por su casa le chafaron esos planes.

Entonces sí, miró la hora y vio que era temprano, demasiado para recibir visitas de nadie. Por lo que se levantó y abrió la puerta sin quitar la cadenilla para mirar quién era el que se presentaba en su casa molestando de esa manera. Cuando vio que era Ricky, frunció el ceño y cerró para quitar el seguro de la puerta. Volvió a abrir y se quedó mirándole. El teniente vestía con el traje de gala del ejército y le miraba de la misma forma que él le estaba mirando, extrañado y sin entender nada de lo que el otro hacía.

Élite Secreta: Misión Somalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora