— ¿qué más? — lo ve apoyándose del pasamanos y preguntarle como si fuera la vaina más normal del mundo. beomgyu quisiera empujarlo por las escaleras.
— ¿qué más qué, pajuo? — parece que los papeles se han invertido ahora que beomgyu le mira con una arrechera y yeonjun nada más le sonríe, poquito, pero ahí está.
— bueno, nada. — sube el escalón que le falta y se sienta frente al castaño. a beomgyu le gusta cómo la forma en la que le quita un mechoncito de pelo de la frente y el tono suave de su voz le hacen sentir cuando le pregunta:— ¿qué haces aquí solito, chino? y tirado en el piso, de paso.
niega, se suena un poquito la nariz y se pasa una de las mangas de su suéter por un ojo.
— nada...— es lo único que le quiere decir. y es que, de pana, lo último que beomgyu quiere hacer esa noche es hablar.
— hm... y supongo que estás llorando por nada también. — de nuevo, beomgyu no le responde- no por nada sino que, ajá, le da pena que jode que el chamo lindo del quinto piso fuera justamente el que se lo encontrara llorando como carajita despecha'. piensa que yeonjun no va a decir nada más y se ha acostumbrado ya a su silencio cuando agrega:— ¿ibas a salir?
— voy a comprar algo para la cena. — aunque le extraña su pregunta, responde porque no tiene razones para salirle con alguna patada cuando él se está portando sorprendentemente bien.
— ¿tan tarde? te va a agarrar un choro por ahí. — se ríe, y está tan enfocado en secarse las lágrimas que ni enterado que al pelinegro su reacción le hace sonreír. — yo iba a comer justamente, ¿quieres venir conmigo?
— es que...— aunque la idea es tentativa porque sabe que yeonjun, al tener burde plata, se la pasa jarta que jarta vaina cara, la lógica le cae duro en ese coco y niega. le da pena- no, pena no; le da es la mamá de las penas cuando se siente obligado a decirle la verdad. — no tengo comida para mañana.
— hm...— parece pensar algo por cómo no dice nada por un momento. — igual te puedo llevar.
— qué vaina contigo, chamo. — pero no como reclamo, sino que, conchale vale él, le parece tan lindo que parezca genuinamente interesado en lo que le pasa. — ¿tan muerto de hambre me veo?
— no vale, chico. — se levanta. — sino que comer solo aburre.
— sí, claro. te creí. — imitando sus acciones y ayudándose de la mano que le extiende el pelinegro, también se levanta. — y si te encontrabas a un loco en la entrada seguro también te lo llevabas a comer.
— me lo encontré. — por un momento, no entiende. pero cuando cae en cuenta que está hablando de él, le empuja un poquito. y ahora los dos bajan las escaleras como si nada hubiera pasado. — ¿traes plata?
— claro, gafo. ¿con qué iba a comprar la comida si no? — se encoge de hombros; se sube de primero en la moto y con un suave "agarra aquí" le entrega el casco a beomgyu.
— pensé que...— espera a que continúe, pero al juzgar por la echadita de ojo que le da y la expresión que tiene supone que lo que sea que le iba a decir seguramente no le guste. se arregla en el asiento y aprieta las manos en el volante nada más. — súbete pues.
— toma. — antes de acatar sus palabras, le extiende el casco para que se lo ponga porque, bueno, es suyo. como la noche en la que le salvó la vida (gran vaina), agita una mano en el aire con desdén.
— póntelo.
— ajá, ¿y si chocas esta mierda y nos matamos y te explota la cabeza por no tener el casco puesto? — mientras mete la cabeza en el casco y se sube en la parte trasera de la moto, escucha como yeonjun se carcajea. dios dame fuerzas, qué rico se ríe este carajo.
— me explotará la cabeza. — beomgyu murmura un suave "nojodas" en lo que se agarra de yeonjun y piensa que se podría acostumbrar a eso. coño, ¿y cómo no? ¿cómo no le va a gustar montarse en la motota de yeonjun y tener ("tener", porque debe ser que para beomgyu hacerlo ha de ser un sacrificio) que abrazarse a él para no caerse y que le dé su casco y oler su colonia y que lo lleve por ahí sólo porque sí? porque, cabe resaltar, ellos no llegan a ser ni siquiera vecinos.
— ¿a dónde vamos? — aprovecha que todavía no arranca y le pregunta, porque sabe que, una vez se vayan, va a estar tan enfrascado en estar abrazadito del pelinegro que no va a pensar ni en su madre.
— a donde tú quieras, chino. — ciñe entre sus manos la tela de su suéter y sabe que yeonjun se dio cuenta de esto y le da una pena. lo suelta de una; pero es que este pobre carajito no esperaba que le saliera con eso. mucho menos hablándole así todo coqueto.
— mientras no me lleves a comer sushi, por mí bien. — murmura. evita mirarlo porque sabe que seguro se puso rojito por pena; por suerte el casco le tapa casi toda la cara y yeonjun ni siquiera lo está mirando. más gafito.
¿gafito? sí, claro. beomgyu ahora se alegra que fuera yeonjun el que se lo encontró chillando ahí en la parada de las escaleras y no algún pelabolas como él; porque ahora está de lo más relaj jartando arroz chino en un restaurante al que jamás en su vida ha entrado por obvias razones (no tiene plata). y piensa que es otra de las cosas a las que se puede acostumbrar. ni siquiera le para bolas a que yeonjun lo está viendo mientras come porque, claro, beomgyu alejandro es de todo menos delicado al comer. mucho menos cuando tiene hambre. pero así como no sabe que lo mira, tampoco sabe que la razón por la cual lo hace no es que se ve de un bestia jartando. sino que le parece cuchi, pues. se ve de un emocionado cuando comer arroz chino para el pelinegro es algo bastante normal.
— ¿esto es lo que tú cenas todos los días? — sale de su trance cuando le pregunta, sirviendo más refresco en su vaso y en el propio también. más despalomao' que bueno pues. a beomgyu lo único que le importa es la lumpia con salsa de soya que se está tragando.
— no, vale. quise darme un gustico hoy. — le da un rápido sorbo a su vaso antes de continuar. — ¿y tú?
bufa. — ojalá. yo de cena a veces me como una arepa con pura mantequilla.
— ¿de pana? — es cuando le pregunta que se da cuenta que se pasó de lengua larga. se encoge sobre su asiento, apenado.
— sí, bueno... a veces, ¿sabes? no es como que coma así todo el tiempo. — sólo casi todos los días. pero no piensa demasiado en eso y decide pasar de ese tema; se la está pasando demasiado rico en ese restaurant del centro como para amargarse la comida pensando en su peladera. se remueve en su asiento y le sonríe. — mira, rey. ¿me acompañas al madeirense después de esto?
— ¿te acompaño o te llevo, chino? — el menor chasquea la lengua y agita su cubierto en el aire.
— es lo mismo, chico. — mastica y termina de tragar antes de continuar. — total- fuiste tú el que me invitó, ¿verdad?
le sonríe.
— sí, claro. yo te llevo.
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𝗾𝘂𝗶𝗻𝘁𝗼 𝗽𝗶𝘀𝗼. yeongyu
Losowebeomgyu se acaba de mudar a caracas y cree solemnemente que no debería pegarle tan arrecho el encontrarse con el chamo lindo del quinto piso cada vez que sale de su apartamento. 𝗢𝗖𝗧𝟬𝟴𝟮𝟯 © 𝗸𝗸𝘂𝗹𝗯𝗲𝗼𝗿𝗮